domingo, 30 de julio de 2017

La picaresca de las máquinas


La picaresca no cesa y tenemos que reconocer que los españoles somos muy dados a ella. Yo no sé si en algunos casos es por defraudar y buscarse un ahorro, o simplemente por el gusto de correr la aventura de ver “si el invento funciona”. Uno de estos inventos, del que les hablamos a ustedes en tiempos pero que ahora se ha prodigado alarmantemente, es el de los trucajes de monedas para las máquinas “tragaperras”. Suponemos que ello es debido a que las que se han prodigado —también alarmantemente— son las “tragaperras”, con las que se suele dar el dicho “de enero a enero es la ganancia es del banquero”, porque si alguna vez alguno consigue uno de los premios que ofrecen, muchas otra veces —la mayoría— la maquinita se queda con lo que echas.
El truco empleado ahora, y hasta “industrializado” según dicen, es que a las monedas de cinco pesetas les suelen poner un arillo alrededor, de cobre, con lo que se consigue la dimensión y el peso de las monedas de los cinco duros, con lo que el negocio es redondo para el “defraudante”, que las introduce en el monedero de cambio y consigue los cinco duros sueltos, por un solo duro.
Esta forma de defraudar tiene alarmados  los propietarios de máquinas automáticas, hasta el punto de que, como se emplean mucho en las de sacar tabaco, la decisión ha sido cerrar muchas de ellas y expender el tabaco en el mostrador; pero en las otras, en las de juego, la lucha contra este fraude es más difícil, porque si se clausura la máquina se acaba el negocio. Por otra parte, nos aseguran que hay quien se dedica a estas transformaciones de los “duros” en cinco duros y los venden, habiendo montado un “negocio” muy saneado… Aunque pensándolo bien, suponemos que por la “transformación” se pagará algo más de las cinco pesetas, ya que este es un “trabajo fino”, con lo que entre lo que pagas y a lo que te expones acaban pagando más de los cinco duros que te ahorras, por lo que volvemos a lo del principio: ¿Se hace este fraude por ahorro o por el gustillo de la picaresca de hacerlo?... Porque muchos, aunque el duro trucado se lo vendieran a cinco duros, serían capaz de pagarlos por “chinchar” al “tío de las máquinas”… Y es que los españoles somos así, amigos.
Diario HOY, 27 de enero de 1982

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