lunes, 31 de julio de 2017

Las devociones cacereñas


Hoy que festejamos a San Blas en sus vísperas es oportuno decir que nuestro pueblo ha sido un poco “veleta” en el transcurso de los siglos con sus devociones y patronazgos religiosos, porque no siempre nuestro pueblo tuvo devoción a los mismos santos y en esto hubo temporadas en que unos estuvieron de moda y otros que lo estuvieron cayeron en desuso.
Desde luego, la devoción más constante ha sido a San Jorge, al que se aclamó por Patrono una vez tomada la villa, allá por el siglo XIII, pero la devoción a este santo se ha compartido con otras de las que el cacereño actual no tiene noticia, pero que nosotros —siguiendo a viejos historiadores locales, porque aquí no inventamos nada— le vamos a dar.
Uno de los santos que estuvo en “candelero” durante muchos siglos fue Santo Toribio de Liébana, cuya ermita estaba más allá de “Monte Abuela”, en la finca conocida por “Pontefuera”, donde hubo hasta pueblo. Allí acudía en romería nuestro ayuntamiento los días 16 de abril de cada año; pero de aquello no queda ya casi memoria. A Santa Catalina se la llegó a llamar “abogada de la noble villa de Cáceres”, pero también se perdió memoria; también fuimos devotos de San Gregorio, con cuyas aguas milagrosas se regaban los campos cuando había plaga de langosta (como anticipo a los actuales pesticidas). Los mártires San Fabián y San Sebastián fueron nombrados patronos de Cáceres por acuerdo del Ayuntamiento de 21 de agosto de 1620. Por imposición del rey Felipe II, en real cédula de 28 de junio de 1643 —dicho sea con perdón— se nos nombró Patrono de Cáceres a Santiago.
Hubo devociones diversas a la Inmaculada; a la Virgen del Vaquero, que es la de  Guadalupe, desde 1668; a la del Rosario, a Nuestra señora de la Piedad, pero del 1743 al 1747 quien privó fue el Niño de la Congregación, cuya imagen está aún en San Mateo, que compartió la devoción con el Nazareno. La devoción a la Virgen de la Montaña es relativamente nueva, ya que hasta 1776 no pidió el Ayuntamiento que se la declarara copatrona, cosa que confirmó el Papa Pío X, en 2 de marzo de 1906.
Visto esto, y con la mano en el corazón, tenemos que decir que nuestro pueblo en sus devociones fue un poco “veleta”.
Diario HOY, 2 de febrero de 1982

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