jueves, 6 de julio de 2017

Los propietarios “cuneros”


No sé quién dijo, refiriéndose al Cáceres de primeros de siglo, que ésta era la tierra de los administradores La frase era justa y cabal, si tenemos en cuenta que los propietarios de la tierra vivían fuera de la región y tenían unos empleados, los administradores, que les llevaban las cuentas y les enviaban el dinero para que ellos se lo gastaran ricamente en Madrid, Barcelona o el extranjero. El que llevaba los negocios y en cierto modo se comportaba como el propietario, pero sin grandes poderes de decisión, era el administrador, muchas veces haciéndolo bien —sin que se lo agradeciera nadie— y otras haciéndolo mal aún intencionadamente, y no quiero aplicar el refrán castellano que reza: “Administrador que administra y enfermo que se enjuaga, algo traga”.
Para daros  una idea de esta “colonización” de nuestra tierra por gentes que se hicieron extrañas a ella, y que en muchos casos lo siguen siendo, solo tenemos que leer el tan criticado libro que publicó la “condesa, consorte, de Quintanilla” titulado “La historia de Pascualete”. Ella, recién llegada a España y casada con un miembro de una rancia familia, publica ese libro de impresiones con los ojos asombrados que una norteamericana tiene que ver todo esto nuestro. Intenta viajar a la finca “Pascualete”, propiedad de la familia de su marido y todo son pegas para el viaje, porque ese viaje en la mente de los propietarios de la finca es algo así como irse al Senegal. Es más, no saben si la finca tiene o no casa para alojarse, porque en varias generaciones ni la han pisado, y cuando la joven esposa llega a Trujillo, con idea de alojarse allí, es el administrador el que la informa de que la finca tiene un magnífico palacio…
De este despiste de la propiedad puede deducirse el interés de los propietarios por la finca y pensar el que tendrán por la región en que está enclavada. Yo pienso que esa forma de colonización es la que ha creado la delicada situación actual de Extremadura, donde la preocupación por ella es de los que no tenemos la tierra, porque los que la tienen —al menos en gran cantidad— no tienen más interés que el que les siga rentándolo suficiente para invertirlo en otros sitios que es a los que se siente vinculados Sin hacer demagogia creo que aquí no sólo hay políticos “cuneros”, sino propietarios “cuneros” que hacen bastante más daño que los políticos… En fin, que en mucha parte seguimos siendo la tierra de los administradores.
Diario HOY, 1 de julio de 1981

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