No sé quién dijo, refiriéndose al Cáceres de primeros de siglo, que ésta
era la tierra de los administradores La frase era justa y cabal, si tenemos en
cuenta que los propietarios de la tierra vivían fuera de la región y tenían unos
empleados, los administradores, que les llevaban las cuentas y les enviaban el
dinero para que ellos se lo gastaran ricamente en Madrid, Barcelona o el
extranjero. El que llevaba los negocios y en cierto modo se comportaba como el
propietario, pero sin grandes poderes de decisión, era el administrador, muchas
veces haciéndolo bien —sin que se lo agradeciera nadie— y otras haciéndolo mal
aún intencionadamente, y no quiero aplicar el refrán castellano que reza:
“Administrador que administra y enfermo que se enjuaga, algo traga”.
Para daros una idea de esta
“colonización” de nuestra tierra por gentes que se hicieron extrañas a ella, y
que en muchos casos lo siguen siendo, solo tenemos que leer el tan criticado
libro que publicó la “condesa, consorte, de Quintanilla” titulado “La historia de
Pascualete”. Ella, recién llegada a España y casada con un miembro de una
rancia familia, publica ese libro de impresiones con los ojos asombrados que
una norteamericana tiene que ver todo esto nuestro. Intenta viajar a la finca “Pascualete”,
propiedad de la familia de su marido y todo son pegas para el viaje, porque ese
viaje en la mente de los propietarios de la finca es algo así como irse al
Senegal. Es más, no saben si la finca tiene o no casa para alojarse, porque en
varias generaciones ni la han pisado, y cuando la joven esposa llega a
Trujillo, con idea de alojarse allí, es el administrador el que la informa de
que la finca tiene un magnífico palacio…
De este despiste de la propiedad puede deducirse el interés de los propietarios
por la finca y pensar el que tendrán por la región en que está enclavada. Yo pienso
que esa forma de colonización es la que ha creado la delicada situación actual
de Extremadura, donde la preocupación por ella es de los que no tenemos la
tierra, porque los que la tienen —al menos en gran cantidad— no tienen más
interés que el que les siga rentándolo suficiente para invertirlo en otros
sitios que es a los que se siente vinculados Sin hacer demagogia creo que aquí
no sólo hay políticos “cuneros”, sino propietarios “cuneros” que hacen bastante
más daño que los políticos… En fin, que en mucha parte seguimos siendo la
tierra de los administradores.
Diario HOY, 1 de julio de 1981
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.