miércoles, 19 de julio de 2017

¿Quién se ha "cargado" al mercado central?


Sigue en candelero el tema de si deben o no venderse determinados tipos de artículos alimenticios en el mercado franco de los miércoles, el del Camino Llano, y a cuenta de él se ha suscitado una polémica en la que, aparte de intervenir asociaciones constituidas de consumidores, como la Asociación de Amas de Casa, la delegación de Sanidad del Ayuntamiento, el propio alcalde, etcétera, han intervenido también, con sus opiniones, muchos cacereños.
Una cosa hay clara: La prohibición que se hizo, un determinado miércoles, de no vender embutidos y otros alimentos en Camino Llano y trasladarlos al Mercado Central, con el fin de “apuntalar” a este último que —al parecer— no goza mucho del favor del público, no cayó bien en la generalidad de “clientes” y por otra parte, la legislación en la que se basaba el traslado, había sido modificada después, por lo que ha quedado claro que esto productos pueden venderse en el Camino Llano, aunque con las lógicas garantías sanitarias que son exigibles para cualquier puesto de venta, esté donde esté.
Esto es una cosa y otra es que todo ello haya puesto sobre el tapete de la actualidad el que el Mercado Central no goza de ese favor del público que sería de desear. Es más, una comunicante se hacía hasta la pregunta: ¿Quién se ha cargado al Mercado Central?... y a ella no se puede responder con la simpleza de que quien se lo ha cargado ha sido el “mercadillo de los miércoles”, porque hay un cúmulo de circunstancias a tener en cuenta en cuanto a la atonía en las ventas en el Mercado Central. Entre estas circunstancias podríamos citar y sopesar el que la situación de aquel mercado —aunque fuera buena para el momento en que se instaló— no lo es en la actualidad porque está muy a trasmano de la parte más poblada de la ciudad; hay otra más que se olvida a veces cual es la de que al Mercado Central se lo han “cargado” la proliferación de “supermercados” que ofrecen más ventajas sobre todo de proximidad, y donde puede comprarse lo mismo —y al mismo precio— que en el Central, sin que entremos en el estudio de más razones, para no hacer esto excesivamente largo.
Por otra parte, el pensar que llevando allí los puestos del mercadillo podría ser una solución para el Mercado Central, sería también otra simpleza por aquello de que “se desnudaría a un santo para vestir a otro” y es posible que acabáramos “desnudando a ambos santos” sin “vestir” a ninguno. ¿Se ha pensado esto, bajo el punto de vista del consumidor?
Diario HOY, 3 de noviembre de 1981

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