Me tiene a mí un poco escamado eso de que la televisión soviética haya
enviado un equipo de filmación a Extremadura, con las cámaras Kudrin y
Pridogorin, para tomar un reportaje de todo el aprovechamiento del corcho y su transformación
en nuestra región Ellos se han ido a San Vicente de Alcántara, que acaba de
recibir la “I” de Importantes de Extremadura, precisamente por esa industria, y
allí están campeando a sus anchas para recoger todo el proceso corchero, desde
la producción de las planchas hasta la transformación en tapones… pero como da
la casualidad de que en su embajada, desde que se estableció aquí, aparecen
espías por todo lados, uno no acaba de tenerlas todas consigo y parece feo el
preguntar a un huésped, así como el que no quiere la cosa: “¿Oiga, y a propósito
de corcho, no serán ustedes espías, por un casual…?”, porque de menos los hizo
Dios y a lo mejor del corcho puede hasta extraerse un material bélico o
para la fabricación de bombas atómicas,
porque aquí nos lo creemos todo.
Para que no lo duden, les voy a contar un suceso ocurrido aquí cuando
las primeras bombas atómicas. Sus protagonistas viven y trataremos de evitar
nombres reales. Se dio el caso de que una partida de bromistas convenció a un
conocido, al que llamaremos Felipe, de que el material principal se extraía del
“tuétano” de los huesos de los perros. Felipe era hombre callado y ambicioso y
vio que era un negocio el hacerse de perros y venderlos a los americanos. El
grupo le estimuló la idea y hasta le convencieron de que se estaba preparando
un vagón de ferrocarril para, mediante compra, enviar estos animales a los
americanos. Mi buen Felipe reunió hasta medio centenar de perros y se presentó
con ellos a la Estación, donde le enviaron los bromistas, preguntando por un
determinado factor —también del grupo— que aunque no estaba en el “ajo” se
imaginó la broma y le dijo: —“Pero hombre, cómo te voy a facturar los perros
sin saber el peso. Vete a ver a Pedro y que te los pese”. Pedro era uno de los
del grupo, que trabajaba en unos almacenes de ultramarinos y que tuvo que
recibir al bueno de Felipe y su jauría y que, entendiendo la broma, le envió a
otro amigo veterinario, para que le hiciera la “guía”… En definitiva, que
Felipe recorrió medio Cáceres con sus perros —muchos de ellos adquiridos a
lazo— hasta que dándose cuenta de que le embromaban, les dio suelta a todos proporcionando
un gran trabajo a “Sabanilla” el lacero. Broma sí, pero para que vean que aquí
nos lo creemos todo.
Diario HOY, 29 de mayo de 1981
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