miércoles, 26 de julio de 2017

Un compendio de historias

Yo no sé por qué tiene los barberos fama de charlatanes. Pienso yo que el barbero fue la figura de la que surgió el “sacamuelas” y, por lo que sea, fueron ellos los primeros incipientes cirujanos que atendían a pequeñas intervenciones, y como los “sacamuelas” tenían fama de habladores, porque no se trataba sólo de sacar el diente, sino de autoanunciarse en las plazuelas para que viniera la clientela, y como gentes con muelas malas y a punto de sacarse no las había en una sola población, tenían que ser unos trotamundos e ir de pueblo en pueblo ofreciendo sus servicios. Es más, esa profesión debió mezclarse después con la de “charlatán”, que lo mismo sacaba muelas que vendía elixir mágico o cualquier otro producto.
Pero el barbero solía ser una persona estable y su charla hay que relacionarla con el entretenimiento al cliente, al que había que hablarle de lo divino y de lo humano, para entretenerlo mientras se procedía al rapado de la barba —cosa habitual— o al corte de pelo, más de tarde en tarde.
Por regla general ha habido barberos muy activos, pero los ha habido también muy vagos. Se cuenta que en Ruanes había uno que cuando se le juntaban más de tres clientes esperando, muy indignado decía: “¡Pero hombre, es que no hay más barbería en el pueblo que la mía?”… y mandaba al resto de los clientes al otro barbero. Se han contado muchos chistes de barberos, porque los había buenos y malos; uno muy común era el del forastero que preguntaba a un paisano: “Oiga, ¿dónde está la barbería?”, y éste le responde: “Siga usted el rastro de sangre.”
Pero estas son exageraciones que no vienen al caso. Lo que sí es cierto es que la psicología del barbero charlatán y sabedor, la calca magníficamente el libro “las mil y una noches”, en las historias del “barbero y sus hermanos”. Yo leyéndolas siempre recordaba al barbero cacereño por excelencia que es mi buen amigo Juanito Barra, cuya barbería en la calle Pintores, siendo posiblemente uno de los establecimientos más veteranos de ella y, en la que —aun estando ya jubilado— sienta muchas veces cátedra de bien decir y contar, porque Juanito Barra, aparte de ser una figura popular en Cáceres, es un compendio vivo de la historia cacereña de los últimos sesenta años… y me quedo corto. Como yo, muchos cacereños nos hemos embobado con sus historias, y en esta esquina del nuevo año, le deseo sean muchos más los que nos siga embobándonos con ellas.
Diario HOY, 23 de diciembre de 1981


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