martes, 4 de julio de 2017

Un país de opereta


Seguimos siendo un país de opereta —o de zarzuela, si ustedes quieren— cuando nos pasan las cosas que nos pasan y nosotros seguimos tan tranquilos. Según noticia de prensa que leo, se dice: “ahora se sospecha que la venta de aceite a granel podría serla causa de la neumonía atípica”. pienso que lo que quieren decir es el consumo y no la venta. Por vender nadie se pone malo, por consumir, sí. Antes se dijo lo mismo de las fresas, de las verduras y hasta de los pájaros y los perros, convirtiendo el dicho en un “arma arrojadiza” para encajárselo a lo que no nos gusta, nos cae gordo o nos hace la competencia. Puede que ahora vaya la cosa en serio, pero ¿y las otras veces?… ¿Por qué no decir que la “neumonía” nos la producen los ministros galos y de ese modo no admitir a Claude Cheysson, que se dispone a visitarnos?
No es que yo no admita que en lo aditamentos del aceite a granel puede haber algún tóxico, pero cuando se hable de ello se debe dar sin dudas y con amplia demostración de que así es… Porque uno de los argumentos empleados en el espacio “Al cierre” de TVE es, por lo menos, peregrino. Se dijo, poco más o menos: “Se ha comprobado que las edades de los enfermos oscilan entre los 5 y los 65 años, que es la edad en que más aceite a granel se consume, de donde se puede deducir que la sospecha va bien fundada”… También podría sospecharse que  le da más a las personas que tienen dos piernas que a los cojos, porque entre todos los casos ocurridos, cojos son muy pocos… ¡Y que todo esto se diga en un medio de difusión estatal!... En fin, que a mi me lo tienen que explicar alguno de esos inspectores que llevan como función el cumplimiento del “Código Alimentario”… que se indignan mucho cuando García de Pablo dice que a los consumidores nos están envenenando y pide una mayor participación de consumidores en estos estamentos. Porque si lo que se dice es cierto, habrá que pensar en la negligencia de los encargados de inspeccionar la alimentación española y hasta hacerles tomar un poquito de ese aceite a granel envenenado a ver si se espabilan en su función y no sólo en la de poner la mano.
Y en ese orden como en otros, por ejemplo en el caso del “cariño” francés, que bien demostrado queda que no se trata de colores, sino de “inquina” gala: ¿Por qué comprarles “Mirajes” ni aún visitar su país? Paguémosles con la misma moneda… aun no admitiendo la visita del ministro, que no puede venir a otra cosa que a incordiar.
Diario HOY, 13 de junio de 1981

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