sábado, 5 de agosto de 2017

A propósito de tabaco


La otra noche en la televisión veía yo una película americana titulada “Parrish”, cuyo argumento, más o menos, se desarrollaba en una plantación tabaquera de América del Norte y en ella el joven Parrish McLane se enfrentaba con su padrastro a cuenta del cultivo del tabaco de unas determinadas parcelas.
Aparte de que en todas las películas norteamericanas todos son guapos, altos, rubios, con ojos azules y todas las casas son “de película”, como suele decirse, así como los métodos de explotación… en fin que todo suele ser de color de rosa; aparte de ello, digo, me llamaba a mi la atención la forma modernísima y sofisticada de cultivar el tabaco allí, las muchas atenciones que se le prestan, las magníficas maquinarias que destinan a ello, los invernaderos de quita y pon, que eran una maravilla de la técnica y, en fin, todo o relacionado con las atenciones que lleva en América este cultivo, y me preguntaba: ¿Estarían viendo cómo se realizan allí estas prácticas nuestros cultivadores de la Vera y otras zonas extremeñas?
Conste que presté más atención al cultivo en sí que al hilo argumental de la película, porque las diferencias entre aquel cultivo (aún suponiendo que tuviera mucho “de película”) y las prácticas que aquí se llevan a cabo en nuestras zonas tabaqueras eran algo así como comparar la “industria” del Hombre de Neandertal con la “industria” alemana más moderna.
Reconozco que aquí el cultivo de esta planta tiene mucho de primitivo, porque al propio monopolio le ha interesado que así sea, pero nuestra “técnica” debe aproximarse más a la que tuvieran los indios americanos de la época del señor Colón, que lo dejaban todo en manos de Dios, que a la evolución lógica que todos los cultivos e industrias han sufrido en esta época moderna. Si yo hubiera sido un cultivador de tabaco —que no lo soy— de los nuestros, hubiera sentido envidia, porque aquí, según la película, debemos estar en el ABC del cultivo, mientras ellos están al menos en la enciclopedia… Que luego el sol y el clima hacen milagros debe ser cosa sabida, pero no quita nada a lo que vengo diciendo.
Si esto lo traducimos en el viaje que a América han hecho nuestros políticos, los de Extremadura, para ofrecer tecnología y materias primas… a uno le entran ganas locas de reír o de llorar, según el humor que uno tenga.
Diario HOY, 5 de marzo de 1982

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