La otra noche en la televisión veía yo una película americana titulada
“Parrish”, cuyo argumento, más o
menos, se desarrollaba en una plantación tabaquera de América del Norte y en
ella el joven Parrish McLane se enfrentaba con su padrastro a cuenta del
cultivo del tabaco de unas determinadas parcelas.
Aparte de que en todas las películas norteamericanas todos son guapos,
altos, rubios, con ojos azules y todas las casas son “de película”, como suele decirse, así como los métodos de
explotación… en fin que todo suele ser de color de rosa; aparte de ello, digo,
me llamaba a mi la atención la forma modernísima y sofisticada de cultivar el
tabaco allí, las muchas atenciones que se le prestan, las magníficas
maquinarias que destinan a ello, los invernaderos de quita y pon, que eran una
maravilla de la técnica y, en fin, todo o relacionado con las atenciones que
lleva en América este cultivo, y me preguntaba: ¿Estarían viendo cómo se
realizan allí estas prácticas nuestros cultivadores de la Vera y otras zonas
extremeñas?
Conste que presté más atención al cultivo en sí que al hilo argumental
de la película, porque las diferencias entre aquel cultivo (aún suponiendo que
tuviera mucho “de película”) y las prácticas
que aquí se llevan a cabo en nuestras zonas tabaqueras eran algo así como
comparar la “industria” del Hombre de
Neandertal con la “industria” alemana
más moderna.
Reconozco que aquí el cultivo de esta planta tiene mucho de primitivo,
porque al propio monopolio le ha interesado que así sea, pero nuestra “técnica” debe aproximarse más a la que
tuvieran los indios americanos de la época del señor Colón, que lo dejaban todo
en manos de Dios, que a la evolución lógica que todos los cultivos e industrias
han sufrido en esta época moderna. Si yo hubiera sido un cultivador de tabaco
—que no lo soy— de los nuestros, hubiera sentido envidia, porque aquí, según la
película, debemos estar en el ABC del cultivo, mientras ellos están al menos en
la enciclopedia… Que luego el sol y el clima hacen milagros debe ser cosa
sabida, pero no quita nada a lo que vengo diciendo.
Si esto lo traducimos en el viaje que a América han hecho nuestros políticos,
los de Extremadura, para ofrecer tecnología y materias primas… a uno le entran
ganas locas de reír o de llorar, según el humor que uno tenga.
Diario HOY, 5 de marzo de 1982
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