jueves, 3 de agosto de 2017

Aquí no sabemos una palabra de carnavales


A uno le meten en unos líos tremendos esos amigos que por estimarte demasiado, creen que sabes más cosas que las que sabes. Digo esto porque a cuenta de que ahora es la época de carnaval (aunque haya un dicho que reza: “todo el año es carnaval”) ha habido algunos amigos que me han preguntado aspectos carnavaleros de los que estoy totalmente en ayunas. Me explico; a alguno de estos amigos quería saber cuándo era el “domingo gordo”, o el “domingo de piñata” o algunos otros de los días del “calendario carnavalero”, como el del “entierro de la sardina”, etc., etc., y uno tiene que confesar que su ignorancia en todos estos aspectos de las carnestolendas —que es otro de los nombres que se daba al carnaval— por no haberlos vivido.
Sospecho yo que esta misma ignorancia deben tener todos los cacereños de mi generación, porque la verdad es que en más de 40 años, en Cáceres no se han conocido los carnavales, aunque en algunos pueblos de nuestra provincia hayan pervivido con otros nombres, como sucede en Navalmoral, donde siguieron festejándose como “fiestas de invierno o primavera” y donde la tolerancia de los alcaldes moralos, posiblemente por el arraigo popular, siguieron permitiendo su celebración, aunque disfrazada. Pero en la capital sospecho que los carnavales se terminaron en el año 1935 y creo que posiblemente su arraigo no fue lo suficientemente fuerte como para que se los mantuviera y aún para que se los recordara… En definitiva, que en la capital quedaron “muertos y enterrados” los carnavales, quizás en el año mencionado o en el 1936, puesto que con la contienda civil no volvieron a autorizarse.
Algunos recuerdos de niñez queda a la gente de mi generación, en cuanto a que se hacían bailes infantiles en el Gran Teatro, pero de eso a saber cómo eran los viejos carnavales cacereños hay un abismo. Pienso que los carnavales tuvieron arraigo porque en aquel entonces no eran frecuentes los bailes públicos, y había que buscar un motivo para hacerlos, pero ahora con “Nic Club”, “salas de fiesta y bailes”, etc., a diario, es de suponer que los cacereños de ahora no han estimado necesario el resucitar lo ya pasado… En fin, si alguien se decide a montar una “escuela de carnavales” a ella iremos para aprender, pero hay quien dice que con el montaje de algunos partidos políticos no va a hacer falta acometer la empresa.
Diario HOY, 20 de febrero de 1982

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