martes, 29 de agosto de 2017

Cada palo debe aguantar su vela


Aquí cada uno está a su negocio, aunque invoquemos cada dos por tres nuestro cacereñismo, nuestro amor a Cáceres y nuestro sacrificio por engrandecerlo, pero lo cierto y verdad es que cuando ese engrandecimiento, ese paso hacia más, puede afectar nuestro intereses, nuestro bolsillo, o nos hace más problemático —por aquello de evolucionar— el asegurarnos la pitanza diaria, luchamos con uñas y dientes porque las cosas sigan como están y no nos compliquen la vida.
En muchos órdenes de la vida cacereña sucede este fenómeno y precisamente el maestro de la crítica musical, Antonio Fernández Cid, puso ayer el dedo en la llaga en las declaraciones que hizo a los medios informativos, diciendo, más o menos, que uno de los inconvenientes para que los “Otoños Musicales” que organiza la Diputación cacereña tengan mayor divulgación y trascendencia fuera de nuestra ciudad es la falta de plazas hoteleras, puesto que actualmente es un problema el poder encontrar una sola plaza nada más que coinciden dos actos o tres de alguna trascendencia, que provoquen la venida de forasteros a nuestra ciudad.
No es que el crítico musical se haya metido a crítico hotelero, sino que ve los muchos inconvenientes que esta falta de alojamientos en Cáceres supone para cualquier cosa que aquí se organice, digan lo que digan los hoteleros ya instalados. Se da el caso de que ahora han coincidido las ferias, los “Otoños Musicales” y la Jura de Bandera en la misma semana, y solo el alojar a las orquestas y artistas que intervienen en los “Otoños” ha constituido un verdadero problema, con lo que hay que pensar que si en la hostelería o los alojamientos se ha puesto el cartel de “completo”… dígannos ustedes cómo pueden venir a alojarse los seguidores, oyentes o turistas de estos conciertos que desearían presenciarlos pero que si no se les da un mínimo de comodidades de alojamiento no intentan siquiera el desplazarse…
El asunto no es nuevo y vuelve a poner sobre el tapete la falta de ese Parador de Turismo que no se realizó, y no vale aquí decir que la ocupación media diaria es baja, porque volvemos a lo del “huevo y la gallina” o la pescadilla que se muerde la cola… Si queremos que el turismo venga, tenemos antes que prepararle alojamientos, y el asunto no es nuevo, ya cuando los Festivales Folklóricos Hispano-americanos, hace muchos años, ocurría el mismo problema y se resolvía con alojamientos en el Seminario, Casa de Ejercicios o entidades particulares, ajenas al ramo. Y lo lógico es que cada palo aguante su vela.
Diario HOY, 2 de octubre de 1982

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