martes, 1 de agosto de 2017

Calle Margallo, antes Moros

(Incluida en el libro “Ventanas a la Ciudad”)
Hoy vamos a continuar con el origen del nombre de algunas calles cacereñas. Le toca el turno a la que ahora se llama General Margallo pero antes se llamó “calle de Moros” y, anteriormente “calle de Santiago”, aunque este nombre se ha olvidado ya.
Tras la rebelión mahometana de la zona de Granada, el rey decretó el confinamiento de los moriscos en diversas regiones de su reino, llegando con este motivo a Cáceres en 1570, una avalancha de mahometanos conversos procedentes de Baza, Guadix, Benamaurel y Cullar, que se asentaron en la calle de Santiago que desde entonces tomó el  nombre de “calle de Moros”.
También en el siglo XVI, vencida por fin la rebelión de Granada, se enviaron a Cáceres para ser repartidos por los pueblos —y no más de cuatro en cada uno— un total de 150 moros cuya conducción corrió a cargo del alférez Diego de Velasco, que entregó una carta del rey al corregidor, fechada en 1584, y unas listas con sus nombres, de las que el corregidor sospechó primero y comprobó después que estaban falsificadas, aparte de que de los 150 moros sólo venían 78, por lo que se procedió judicialmente contra él, sin que llegara averiguarse que había sido del resto de los moros entregados a Velasco.
Hemos de decir que todos estos moros cacereños se portaron bien en nuestra ciudad, tanto en plan religioso como en plan de trabajo, hasta el punto de que cuando el rey Felipe III decreta en 1609 la expulsión de todos los moriscos de sus reinos, el Concejo de Cáceres se dirigió a él pidiendo que los de aquí, por su buena conducta, no fueran expulsados, accediendo el rey a dicha petición.
El nombre de General Margallo a la calle se dio en el siglo pasado en honor del general don Juan García Margallo, nacido en Montánchez y que vivió de 1839 a 1893; luchó contra los carlistas y murió en combate contra los indígenas marroquíes. Dicho general distinguió a la capital nombrando una guarnición fija en la misma; por cierto, como curiosidad, señalaremos que algún mendigo que pidió, hasta hace poco, en las calles de Cáceres era descendiente de dicho general... porque así pasan las cosas en este mundo.
Finalmente aclararemos para los que lo duden, que la mayoría de estos datos los tomamos del historiador local Publio Hurtado, porque no “inventamos” nada.
Diario HOY, 5 de febrero de 1982

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