miércoles, 30 de agosto de 2017

El rollo del idioma


No hace mucho se publicaba una encuesta sobre el manejo del idioma español, sobre todo por la juventud de los distintos países que lo utilizamos y que somos más que una veintena. Según los resultados, que recuerdo un poco de memoria, el panorama es desolador. Resulta que nuestra juventud, la española, es una de las que peor lo maneja, pese a ser nosotros como nación los inventores del mismo. Se decía que nuestros jóvenes lo hablan de forma balbuciente, casi tartamudeando, y desde luego desconociendo en gran parte el amplio vocabulario que lo forma. Se hacía la salvedad de que las personas de mayor edad, de generaciones anteriores, lo hablan mejor, sin que ello sea una maravilla.
Es curioso saber que en el manejo de nuestro propio idioma nos dan “ciento y raya” los países hispanoamericanos, mucho más ricos en el empleo de vocabulario y aún en la formación de oraciones. Hablando de esto con un curioso del tema me decía que posiblemente nuestra juventud, sobre todo la que se presupone más culta, la universitaria, emplea como lenguaje coloquial el “cheli”, que va en detrimento del empleo de lo que debería ser el idioma normal. Nuestros jóvenes no salen del “Jó, tío me quieres comer el coco” o del: “no hago tal o cual cosa, porque me da corte”, etc., etc., con lo que se ha divulgado un idioma “chulesco” que aún no tiene ni el ingenio del “lunfardo” argentino, olvidando lo que era forma correcta de expresarse. Un síntoma es que ni en el propio Congreso los parlamentarios saben expresarse y son muy pocos los que se han preocupado de la oratoria La mayoría de nuestros políticos hoy hablan en clave y uno acaba entendiéndolo con un gran esfuerzo.
Viene esto a cuento porque en los exámenes orales da pena el escuchar a los examinandos que teniendo ideas ignoran el vehículo apropiado para expresarlas, como es el idioma; pero, además, es que en esto no les va a la zaga el examen escrito, ya que acostumbrados a los “test”, en los que no hay que poner más que “” o “no”, cuando quieren expresar una idea escrita también les faltan palabas y no saben componer oraciones.
La cosa surgió porque, al parecer, en las oposiciones a guardias femeninos se viene acusando este fenómeno, al que yo no sé si el tribunal prestará o no atención porque, según tengo entendido, igual pasa en los exámenes de los universitarios y nadie se rasga las vestiduras. Y corto “porque esto del idioma es un rollo, tío, que te prometo no hay quien lo entienda”.
Diario HOY, 7 de octubre de 1982

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