domingo, 6 de agosto de 2017

J.R. y su influencia televisiva


La cosa debió ocurrir, más o menos, como se la contamos: resulta que en la familia nació una niña, y con la lógica alegría llegó el momento de llevarla a inscribir en el Registro Civil:
¿Qué nombre le van a poner a la pequeña?
— “Suelen”, dijeron los padres o los familiares que ya lo tenían todo acordado.
“¿Cómo, cómo?”, preguntó un poco extrañado el funcionario del Registro.
“Suelen”, el nombre de la protagonista de la serie de televisión “Dallas”, o sea, la mujer de J.R.”, le aclararon como la cosa más normal del mundo…
“Bueno, pero ese nombre no es así, habrá que castellanizarlo”… diría el funcionario, cuya extrañeza por la decisión de estos padres “teleadictos” debió subir de tono.
En fin, que debió haber las consiguientes explicaciones que irían desde que lo de “Suelen”, aunque suena así, se escribe “Sue Ellen”, y es un nombre compuesto del español Elena, por lo que, estamos seguros, se les haría la sugerencia de que se le pusiera Elena a la pequeña…
Pero como en estas cosas, cuando uno se “empeña” las expllicaciones sobran, saldrían a relucir todo aquello de que a muchas niñas se las llama con nombres extraños y hasta geográficos: “Montaña”, “Prado”, “Vega”, “Camino”, “África” etc., etc., y saldría a relucir también el que todos esos nombres se reducen a uno que es María… de lo que sea, pero el nombre principal sigue siendo el de María…
En fin, que lo curioso es que al parecer hubo negativa lógica de inscribir a la niña con ese nombre televisivo… Pienso yo que se les diría:
— “Póngale un nombre normal, y luego ustedes en la intimidad la llaman como quieran”, porque si nos hacemos de miel en lo de la influencia de la televisión, acabarán pidiendo que se inscriba a cualquier infante con el nombre de : “Trescientos Millones”, “Mundial 82”,… o ¡vaya usted a saber!”
Aclaramos finalmente, que el hecho es real, aunque el diálogo lo hayamos nosotros imaginado en tenor de lo que nos contaron, pero que ello indica el que “televisión” nos está “comiendo el coco” y hasta queremos comérselo a los inocentes recién nacidos que padecerían toda la vida un nombre extraño y televisivo, por la afición de sus progenitores a la pequeña pantalla… que está bien, pero sin pasarse.
Diario HOY, 17 de marzo de 1982

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