sábado, 26 de agosto de 2017

La hora del gesto


Remedando el famoso “slogan”, ahora suele decirse: “cuando UCD se destruye, algo suyo se destruye, señor duque”, refiriéndonos, claro es, al duque de Suárez, porque como ustedes recordarán, el Rey le dio un “ducado”, aunque para muchos con que le hubiera dado un “celta” iba que se mataba. A mí, que ya he dicho más de una vez que soy un “político contemplativo”, o sea, contemplador de la política, la actitud de don Adolfo me parece algo así como el juego ese que jugábamos de niños, en el que tras hacer un castillo de arena, nos subíamos a él pisoteándolo y gritando aquello de “Yo que lo he hecho, lo desecho”. Esto no quiere decir que no reconozca méritos en el señor Suárez, ya que él fue el mago del cambio y posiblemente esta secuela de ser tan “cambiante” le viene de aquello…, pero no quiero insistir en esto —ya que bastante partido le vienen sacando los compañeros que se dedican a los comentarios políticos— si no es para decir que al menos hay que agradecer al duque que en este verano, ayuno de noticias, nos haya dado ocasión de escribir de una “serpiente de mar distinta”, aunque en circunstancias anormales —o sea, más sustanciosas noticias—  no hubiéramos gastado tanta tinta.
Esto mismo hemos de agradecer al “preboste” de la Energía al que se le escapó lo de los escapes —valga la redundancia—, porque aparte de que ya le habrán tirado bien de las orejas, dio ocasión a Pedro Cañada de estropearles el verano a nuestros “junteros” —a algunos de ellos, porque otros ni se coscan— a Bardon, Chamorro y Carrillo (el pintor, no el “pecero”) a encerrarse en Malpartida; a los vecinos de Malpartida, materia para animarles la charla mientras toman el fresco; a los extremeños en general, materia de preocupación, y a nosotros, noticias que llevarnos al periódico, lo que les agradeceos de todo corazón.
No quiere decir esto que no estemos nosotros también preocupados por lo que pasa en la central y lo que puede pasar en ella, pero hay que decir que mentiríamos si no confesáramos que ello nos ha dado materia para hablar de algo —como nos dio la leona de en tiempos—, ahora comienzan los partidos a pedir dimisiones, los alcaldes a reunirse, Bermejo a hacer declaraciones los ecologistas a pedir cierres de centrales, etc., etc. Luego vendrá el invierno y nadie volverá a acordarse de este asunto y la central —y esto es lo peor— seguirá con sus defectos y su peligrosidad, que aguantaremos los que vivimos en las inmediaciones, pero a quien nadie nos hará caso, porque la hora del gesto habrá pasado.
Diario HOY, 20 de agosto de 1982

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