martes, 22 de agosto de 2017

La interpretación histórica de nuestro folklore


Muchos de los dichos y canciones folklóricas tradicionales, se suelen basar en hechos y experiencias vividas que aunque ahora, en la actualidad, no nos digan nada, entrañaron en el pasado unos anafes o unas metas por las que el pueblo que las creó vibró profundamente.
Este es el caso de la letra de la jota que se cantaba, y aún se canta, en Cabañas que, aunque en la actualidad poco nos dice, fue en su tiempo una “canción – protesta”. Nos referimos a la que dice:
“Cabañas, con su castillo,
aunque tiene poco pan,
no está sujeta a Trujillo
como lo está Logrosán”.
Para que ustedes entiendan lo que decimos, narraremos que la comarca de Cabañas en su tiempo estaba solo y exclusivamente sujeta a la jurisdicción del abad de Cabañas, incardinando en ella otros cinco lugares, conocidos todos por la abadía, siendo capitalidad de los mismos Cabañas y gobernando en ellos el abad, que lo hacía en plan feudal, sin sujetarse a otros territorios próximos como lo eran por un lado Trujillo, del que dependía Logrosán como aldea —entre otros pueblos— y por el otro el territorio del Monasterio de Guadalupe, del que también se consideraba en cierto modo independiente.
Esta tradición partía del medievo y de la Reconquista, ya que la importancia de ese territorio estaba defendida por el ya casi desaparecido castillo de Cabañas, aún hoy día casi inaccesible, como lo son esas estribaciones de las Villuercas, pero que jugaron un indudable papel en la propia Reconquista, gobernados por el abad de Cabañas, verdadero señor feudal de los mismos.
En el pasado siglo, Cabañas contaba con una veintena de vecinos, y se la convirtió en municipio dependiente del partido de Logrosán, con un solo alcalde pedáneo, lo que le molestó profundamente al vecindario de Cabañas que proclamó su histórica independencia con esa jota a la que hacemos referencia; por cierto, de antiguo, en la iglesia de Cabañas, había una piedra negra, del tamaño de un baldosín, que se decía lloraba esas desdichas, pues aunque se la secara mil veces, otras tantas volvía a humedecerse, mojando el propio altar sobre el que estaba y estando convencidos los de Cabañas que la piedra “lloraba” por la obligada dependencia de Logrosán…
Lo que no yo puedo decirles es si esta piedra “milagrosa” sigue aún existiendo en Cabañas.
Diario HOY, 14 de julio de 1982

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