martes, 29 de agosto de 2017

Mojados pero contentos


Se ha dicho ya muchas veces que Luis Alviz tiene mucha mano para , nada más que organiza una corrida, llueva. Yo no quiero quitar mérito a mi buen amigo el empresario Luis Alviz, pero me parece a mí que este mérito tiene que compartirlo con los organizadores de las ferias de Cáceres que, de tradición, son provocadores de las lluvias y no solo de ahora, sino de siempre, hasta el punto de que ya en tiempos del alcalde Elviro Messeguer hasta se estudió el cambiarlas de fechas, porque todas resultaban mojadas.
Es más, la preocupación por la sequía y por acabar con ella, ha suscitado aún por parte de la junta de Extremadura, sin reparar en gastos, el llegar al arriendo de unos aviones que bombardearán con productos químicos —creo que con sales de plata— las nubes para hacerlas llover. Este sistema, aunque sin aviones, se intentó ya en la sequía que padecimos en la postguerra, con una red de aparatos que, desde el suelo, hacía el mismo intento. Al parecer esto de los aviones es más eficaz, aunque sea más caro.
Pero me parece a mi que la Junta podría ahorrarse muchas pesetas encargando al Ayuntamiento que organizara ferias, porque nada más se inauguran las lluvias llegan, y si no, ahí tienen ustedes el caso de ayer.
Pero no es además este sólo, sino que a lo largo de muchos años ha venido sucediendo el mismo fenómeno hasta el punto de que las gentes, en lo que yo recuerdo, solían decir: “Con ferias organizadas por Abril (refiriéndose a cuando era concejal Pablos Abril), lluvias mil”, “Con Terio, lluvias en serio”… y hasta podría agregarse: “Con Domínguez Lucero, cambia el tempero”, por lo que no hay que restar méritos a quien los tiene, y sin duda la mano para la lluvia, en lo que a lo de ayer se refiere hay que atribuírsela al alcalde y al concejal de ellas, señor Blanco, que nada más que intentaron inaugurar la de artesanía, tan bien montada, descargó un temporal que a poco nos ahogamos los que nos habíamos acercado a la inauguración. Pero lo que son las cosas, estamos todos tan mentalizados que las lluvias son necesarias, que aguantamos a pie firme, con las autoridades, a que llegara una clara… y la clara no llegó hasta el punto de que el gobernador civil, señor Rodrigo de Santiago, tras de mucho esperar, se despidió de todos y logró llegar nadando al coche. “¡Qué lástima de tiempo!”, dijo alguien, y el alcalde, sacando la cabeza de unos de los charcos que le cubría, musitaba, como quitando importancia: “Esto que llueve es oro molido” y siguió nadando para reunirse con Pepe Blanco, a ver si lograban inaugurarla. Solo faltó la “Cruz Roja del Mar”, pero estamos contentos aunque mojados.
Diario HOY, 26 de septiembre de 1982

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.