Yo no sé si conocen ustedes el chiste ese del tullido que llevaron a
Fátima en una silla de ruedas y que rezaba para pedir su total
restablecimiento, pero en un descuido del enfermero, el carrito salió una
cuesta abajo y el tullido, temiendo el “tortazo”
gritaba: “¡Señor, que me quede como
estoy!”
Algo de esto podíamos decir en cuanto a algunas cosas que a Cáceres se
refieren, o sea que estamos ahora peor que estábamos antes y que al menos
pedimos que nos dejen como estábamos,
Una de estas cosas fue nuestro antiguo “campo de aviación”, que jugó importantísimo papel en la última
guerra civil, sirviendo hasta como escuela de pilotos, y que, al menos, mejor o
peor, venía prestando su servicio. Pues bien, fue el propio Ministerio del Aire
el que suscitó la conveniencia, no de suprimirlo, sino de cambiarlo a mejor emplazamiento
y luego, echando la imaginación a volar, nos dijo que lo mejorarían poniéndonos
hasta un aeródromo de mayor importancia.
En definitiva, que se suprimió el viejo campo y se devolvieron los
terrenos donde estaba, entregando para el nuevo, la Diputación Provincial, la
finca conocida por “La Cervera”, donde
se instalaría el nuevo. La provincia comenzó a cumplir su parte de compromiso,
explanando tierras, etc., etc., en espera de que el Ministerio, o la Administración,
cumpliera su parte, compromiso que no acaba de llegar, aunque fue el Ministerio
o la Administración el que eligió la finca donde había de estar (consultadas
todas las condiciones técnicas) el nuevo campo de aviación y, como suele
decirse, “quien nos metió los perros en
el cazadero”, para quedarnos prácticamente sin el viejo campo y sin el
nuevo… Mucho llevan luchando porque las obras continúen la propia Diputación y
el diputado, Juan Rosco, pero sin que se vea el final…, por lo que habría que
decir: “Al menos que nos queden un campo
como el que había, de tercer nivel o de cómo se llame, ya que nos quitaron el
otro.” Ahora la Diputación va a aprobar su “plan adicional” y como no sea ella la que lo termine, a su cargo,
creo que nos va a pasar como al tullido del cuento por hacer caso a promesas,
en fin que en el tema, decimos como el tullido: “¡que nos queden como estábamos, con un campo de aviación al menos como
el que teníamos!”.
Diario HOY, 16 de marzo de 1982
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