miércoles, 30 de agosto de 2017

Simplemente Javier


(Incluida en el libro “Ventanas a la Ciudad”)
Hay cacereños que han pasado a la historia local simplemente con el nombre de pila, quizás por aquello de que su destacada personalidad hacía olvidarse de sus propios apellidos. Fueron hombres beneméritos a los que la sociedad cacereña ha destacado y ha sabido reconocer esos méritos, bien con actos públicos o simplemente pasando a esa lista que in mente tenemos los cacereños que alcanzamos a conocer  su vida y sus obras.
Dos ejemplos paralelos de lo que venimos diciendo fueron el de don Eleuterio Sánchez Manzano, que para todos los cacereños que le conocieron seguirá siendo “Terio”, diminutivo de su nombre que aún siguen usando sus hijos, y el de don Javier García Téllez, que para todos seguirá siendo Javier, sin más apellidos, hasta el punto de que sus hijos aquí son conocidos por el nombre del padre: Valentín Javier, Nico Javier, Perico Javier y Ñeque (Antonio) Javier.
Creemos que no es necesario el recordar con todo detalle los méritos de estos cacereños, ya fallecidos, a los que Cáceres ha rendido recuerdos, bien nominando calles o recordando sus obras. “Terio” fue un destacado concejal que luchó por el Cáceres de su época y, en cierto modo, el Cáceres actual es también consecuencia de aquel impulso que él supo dar a su gestión en favor de todos.
En el segundo caso, en el de Javier o don Javier García Téllez, como ustedes prefieran, el homenaje ha llegado ahora y ha venido a reconocer unos méritos que, al margen de su vida profesional, todos tenemos que reconocer, cual fue la fundación de lo que hoy se llama Instituto Politécnico de Formación Profesional y que entonces se llamaba Escuela Elemental de Artes y Oficios, cuya fundación e impulso se debe a sus propios méritos y a los de otros cacereños que, como él, supieron allanar el futuro para que las nuevas generaciones cacereñas tuvieran mejores ocasiones de formarse.
Ayer se materializó el homenaje a don Javier, descubriendo un busto suyo y dándole este nombre al Instituto que él fundara, lo que sin duda es justo, pero creo yo que el verdadero homenaje a don Javier venía ya dado en el continuo salir de profesionales de esa Escuela, de ese Instituto, cuyo primer impulso lo dio él por tener fe en el futuro de las generaciones cacereñas que desde entonces pasan por sus aulas.
Diario HOY, 9 de octubre de 1982

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