jueves, 3 de agosto de 2017

Solidarios en la diversión


No puede achacársenos a los cacereños que no seamos solidarios, al menos para las cosas de diversión. Decimos esto porque las dos grandes obras de “divertimento” que fueron en su tiempo la plaza de toros, centenario coso que continúa cumpliendo su función, como el primer teatro estable y moderno, se hicieron ambas mediante sociedades populares en las que nuestros antepasados convecinos aportaron sus dineros comprando acciones que, a trancas y barrancas, proporcionaron los dineros suficientes para que ambas cosas fueran una realidad.
Por lo dicho, no puede echársenos en cara que no seamos solidarios, aunque parece que lo somos solamente en las cosas de diversión, pero así y todo esos dos edificios que durante muchos años han funcionado y siguen funcionando se hicieron por aportaciones populares, lo que no deja de ser un detalle positivo de esa solidaridad.
Como datos diremos que la plaza de toros surgió por una sociedad de este tipo que en 1840 acordó emitir acciones de 500 pesetas (lo que entonces era un capital), siendo una realidad en 1846 y gastándose en ella un total de 237.000 pesetas.
La gran obra hecha también de un modo similar, es el llamado Gran Teatro, que aunque ha pasado ya a manos particulares, se inició por la misma aportación de acciones de la llamada Sociedad Teatro de Cáceres, que inició don Rafael Durán. Las obras se iniciaron y paralizaron muchas veces, hasta el punto de que se logró un cerramiento y en su interior se puso una barraca para ofrecer teatro, pero ya terminada la obra, en 1926, fue inaugurado solemnemente, más o menos como está ahora, pero con unas decoraciones al fresco del pintor Sánchez Varona que eran una maravilla y hoy han desaparecido.
Nuestros antepasados fueron muy aficionados al teatro y ya, anteriormente, con más o menos estabilidad habían funcionado otros: en la calle de Tiendas, que se llamó por ello durante algún tiempo, Calle de Comedias, en la calle de Peñas, en la Plaza Mayor en barracones, y también de este modo, en la plaza de la Concepción y en la de San Juan. Hubo y hay otros teatros de tipo particular, pero lo que importa es que dos establecimientos para divertirse, como fueron la plaza de toros y el Gran Teatro, se hicieron con esa solidaridad cacereña que ahora nos suele faltar para otras muchas empresas.
Diario HOY, 24 de febrero de 1982



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