lunes, 14 de agosto de 2017

Un “crimen absurdo” contra la ciencia


Más de una vez les hemos hablado en nuestro periódico de la experiencia científica que el ICONA lleva a cabo en Cáceres, en la única granja experimental sobre cría de la avutarda que existe en España y una de las pocas que existen en el mundo. No vamos a entrar en destacar la necesidad de esta investigación sobre el ave más grande que existe en nuestro suelo. Lo que sí decimos es que este organismo comenzó una serie de experiencias científicas en el año 1976 que dieron como resultado la cría en cautividad —relativa— de estas aves. Se logró incubar los huevos de avutardas, con “madres artificiales” y “adoptivas”, se consiguieron —tras muchas investigaciones— conocer sus costumbres, sus formas de alimentación, sus comportamientos. Se cambiaron experiencias científicas con otras escasas granjas de este tipo que existen en Alemania y algún otro punto más.
Quedaban muchas interrogantes, aún a pesar de que se habían despejado muchas otras, y entre ellas el no saber cuándo aparecían en estos animales los caracteres sexuales para la reproducción. Llegó a pensarse que estos animales no se reproducen en cautividad, puesto que algunos ejemplares —nueve concretamente— que habían llegado a la edad adulta no se apareaban. Así las cosas, con estos únicos nueve ejemplares en edad precisa, se inició otra experiencia, cual era darles una semi-libertad, para lo que se preparó un terreno de 30 hectáreas, próximo a la granja, para que libremente se unieran a otras de su especie criadas en plena libertad. Podemos decir que el mundo científico de la especialidad estaba pendiente de esta experiencia.
Pero alguien, cuya actitud no nos atrevemos a calificar, ha roto con unos disparos, por puro placer de hacer mal o por ignorancia, lo que la ciencia venía, con paciencia de años, tratando de averiguar.
En la noche del 22 al 23 de abril, aparecieron muertas por disparos de rifle cinco de estos animales con los que se experimentaba. Quedaban cuatro más para la experiencia y se los soltó en el mismo campo experimental, pero a pesar de toda la vigilancia, en la noche del 2 de mayo fueron abatidas también por el francotirador ignorado estos ejemplares, sin ningún beneficio para él y con gran perjuicio para todos que se calcula en más de diez millones de pesetas sin contar los años perdidos en esta experimentación científica. Habrá que comenzar de nuevo la experiencia científica por este “crimen absurdo” contra la ciencia.
Que cada cual saque las conclusiones que le parezca.
Diario HOY, 11 de mayo de 1982

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