miércoles, 2 de agosto de 2017

Urgencias electoralistas

Decía el concejal socialista señor Torres, en el último pleno municipal, y cuando se suscitó el tratar como asunto de urgencia el arreglo de la travesía por la ciudad de la carretera de Trujillo, que  —dicho sea de paso— lleva “durmiendo” el sueño de los justos unos tres años, decía, repetimos que si el suscitarlo ahora no iba a dar que pensar al vecindario si no era por “urgencias electoralistas”… Yo no sé qué pensar en cuanto a la apostilla del concejal, pero creo que el que los ayuntamientos estén formados por partidos que necesitan del voto ha impuesto un nuevo modo de ver las cosas al que el vecindario no acaba de acostumbrarse.
Dicho de otro modo, y sólo utilizando la hipótesis y sin ánimo de señalar a nadie, ahora nos encontramos con el siguiente panorama que sin duda puede darse: elegidos unos concejales —del grupo que sean— si estos concejales son unos “verdaderos petardos” a los que no se les ocurre nada, por narices hemos de aguantarlos los tres o cuatro años de la elección, porque el pueblo los ha elegido y el pueblo tiene que “cargar con el muerto” hasta las nuevas elecciones en las que el pueblo puede volver a equivocarse.
Pero, si por otra parte, el grupo de concejales —petardos o no— van a tener “miedo” de que se les pueda echar en cara que solo trabajan por la ciudad cuando las elecciones están próximas y con el exclusivo fin de recabar nuevos votos, llegará a darse el caso de que por “pitos o flautas” no van a mover un dedo ni cuando las elecciones estén lejanas ni cuando estén próximas.
Por lo dicho, lo que el pueblo piensa es que los concejales —cualquiera que sea el grupo a que pertenecen… deben dejarse de “miedos” y trabajar por la ciudad que los eligió honradamente y dentro de su leal saber y entender y pensando más en la ciudad que en el sillón o en el partido, porque quiérase o no, el pueblo tiene bastante más sensibilidad de la que muchos concejales creen y acaba sabiendo quién es útil y quién es “peso muerto”.
En definitiva, que si se trabaja por “urgencias electorales”, bendito trabajo si es que viene a beneficiar a la ciudad, por lo que una sabia medida sería “trabajar como si el cargo fuera eterno o bien como si hubiera elecciones cada tres meses”. Ya verían lo contentos que íbamos a estar los vecinos de a pie.
Diario HOY, 11 de febrero de 1982

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