domingo, 13 de agosto de 2017

Vuelta a una tradición olvidada


(Incluida en el libro “Ventanas a la Ciudad”)
Yo tuve la dicha de conocer, aunque ya muy viejecito, al mejor gallero de Extremadura, al último que mantuvo la afición tradicional de las riñas de gallos en Cáceres, el señor Diego García, al que pocos conocían por su verdadero apellido, ya que por haber tenido un gallo que hizo raya en toda la región, y aún más, entre la afición gallística española, al que le puso el nombre de “Reculo”, acabó recibiendo el sobrenombre del gallo y por Diego Reculo le conoció todo Cáceres, olvidándose de su verdadero apellido, y admitiendo él, de buena gana el mote, ya que rememoraba quizás el mejor gallo que pasó por su corral de gallos de peleas.
Tenía este corral de gallos de raza en su finca “La Pavilita”, y más de una vez me explicó los entresijos de esta afición, sus correrías de juventud en ella, los trucos que empleaban los galleros profesionales, y la forma de pelea de estos celosos alados que según decía, era uno de los espectáculos más bellos que puede verse. También, más de una vez, me enseñó “la tumba” de su gallo “Reculo”, explicándome que murió sin que le venciera gallo alguno, y al que enterró, con todo amor, bajo un viejo olivo de “La Pavilita”, emocionándose con lo que aquel gallo sabía.
En Cáceres, de antiguo, existió un gran arraigo a esta afición hasta el punto de que una de nuestras calles se sigue conociendo como “Reñidero de Gallos”, por haber existido allí una cancha para estas confrontaciones. De nuestra región pasó a México, donde se sigue manteniendo, habiéndose perdido entre  nosotros, no por lo que muchos piensan de gestión de la A. Protectora de Animales, sino porque en esas peleas se jugaba dinero y la Administración prohibió el juego. Ahora ha vuelto a autorizarse el mencionado juego, y para nuestras ferias de mayo se está preparando una confrontación de gallos de peleas que trata de organizar precisamente un hijo de Diego Reculo, Simón García, al que ustedes conocen por “Niño de la Rivera”. Simón trata de resucitar una tradición familiar y al par una tradición cacereña, razones ambas por las que aplaudimos sin regateos su iniciativa.
Diario HOY, 5 de mayo de 1982

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