martes, 26 de septiembre de 2017

Cada cosa en su sitio


El tema sigue en la calle y es comentario general, aunque no tenga más profundas implicaciones, Nos referimos al naufragio de “la barca” de Remedios Amaya en la televisión, sobre todo porque —quiérase o no— muchos cacereños estuvimos pendientes de lo que sucedía en el Festival de Eurovisión, como en otras ocasiones anteriores, por aquello de que, nos importe o no la canción, hay una “honrilla” patriótica en saber cómo se valora por ahí algo nuestro que nos representa. Hemos de decir que ya que la gitana que nos representó es extremeña de nacimiento, lo hemos sentido más por ella, que hizo lo que pudo y supo, sin que la valoración de lo hecho pasara del “cero” puntos para las demás naciones que escucharon lo de la “barca”.
Al modo de ver de muchos, el fracaso no es imputable a la cantante, por lo que acabamos de decir, sino a quienes la embarcaron en una “barca” que hacía aguas. Uno no se acaba de explicar cómo, tras las pasadas experiencias españolas en este tipo de festivales, en los que se logró siempre un puesto más honroso, y alguna vez alzarse con el festival, no se ha recurrido a los que tienen experiencia de estas cosas, porque aquí, como en otras muchas, parece ser que quizás por aquello del “cambio”, se ha querido hacer “borrón y cuenta nueva” y comenzar de cero —en cuanto a experiencia— y en cero nos hemos quedado.
Yo no sé si alguien le ha dicho a los que la seleccionaron que esa canción es muy buena para una juerga gitana en el Albaicín —ponemos por caso— y si los jurados de otras naciones hubieran estado en ese entorno, con unas compas de más y saliendo a bailar en el “tablao” flamenco —que es donde encaja la canción— la hubieran apreciado, pero sólo para eso, no para tomar parte en un festival de la canción popular europea, donde las canciones tienen un determinado corte o molde, con los que dicha canción rompía. Pienso yo, que igual hubiera pasado si se lleva una canción de cante jondo, que por muy buena que fuera para el corto número de entendidos de ese cante, no habrían de entenderla en Europa… Es, si ustedes quieren, lo mismo que le viene pasando a nuestro Fernando Morán, que como les canta “jondo” a las naciones que visita no le entendieron, no porque él sea malo cantando, sino porque cada cante requiere su entorno y esto muchos de nuestros dirigentes actuales —aunque sea de alto tan ligero como la canción— no acaban de aprenderlo. Así de sencillo.
Diario HOY, 26 de abril de 1983

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