viernes, 29 de septiembre de 2017

Calés y payos


Esto que voy a decir lo digo con perdón de doña Luisa, en lo local, y pidiendo también perdón a otras muchas personas que en lo nacional se empeñan en la integración de los gitanos en nuestra sociedad paya.
Es encomiable el esfuerzo que dichas personas vienen haciendo por ayudar a los calés en esta integración, que en algún caso consiguen, pero no en todos. Por ejemplo, en el caso de doña Luisa, es encomiable el esfuerzo que viene haciendo durante muchos años por “redimir” de su forma de vida a los gitanos de Cáceres. No hace mucho les hicimos un reportaje, “Escuela de alfombra del Carrucho”, donde se había enseñando a tejer a unos cuantos gitanillos y ganillas, que parecían felices por aprender ese oficio que se les enseñaba y que ellos, como toda la gente joven, tomaban como un juego.
Pero hay una cosa que, siempre que he visto estos encomiables esfuerzos de integración que hacen algunas personas y grupos, se me ha ocurrido: ¿Quieren en realidad integrarse en la sociedad paya los gitanos? Esto, a nuestro juicio, es el meollo de la cuestión, al que habría que darle una respuesta. De nada valen los esfuerzos de los payos en integrarlos si ellos se siente felices en su propia sociedad, cuyas leyes —no escritas pero sí orales— van por otros derroteros que las nuestras. Distinto es que ellos, o algunos de ellos, por las ventajas que pueden sacar momentáneamente de esa integración, la finjan y acepten el juego, pero sólo de puertas afuera.
El gitano es nómada y libre, y le gusta su nomadismo y su libertad, y acata esa ley no escrita que les viene de padres a hijos y que es la que los ha hecho diferentes de los demás grupos sociales, y cuando alguno de los suyos, por esa integración que los payos pretendemos, peca contra su ley, tiene que pagarlo.
Ahora, por ejemplo, algunos calés consumen helados en los puestos callejeros y se niegan a pagarlos, haga lo que haga el encargado del puesto. Otras veces, son los limpiabotas que cobran un precio abusivo, y con amenazas, al que limpian el calzado y de paso la cartera. En fin, que estas son muestras de que la ley paya para ellos no cuenta, si pueden eludirla. Podríamos contar casos menos nimios pero del mismo signo, para acabar pensando lo que decimos: ¿No será que ellos no quieren integrarse?
Diario HOY, 17 de mayo de 1983

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