jueves, 28 de septiembre de 2017

“Chupando Cámara”


Tengo que decirlo claramente: No me gustó ese primer ensayo de Televisión Regional de Extremadura, aunque, como todos los extremeños, estaba deseando que se diera y hasta estuve pendiente de la pequeña pantalla como el chaval que estrena algo y quiere velo lucir.
Tengo que aclarar que no tengo nada en contra de la parte técnica, de los profesionales que intervinieron, de los entrevistados y de los actuantes que, mejor o peor, supieron cumplir su cometido dignamente. En ese sentido, vaya la felicitación a todos, hasta a mi amigo Veiga que nos proporcionó los datos que se iban produciendo con gran precisión, y a los canta-autores que nos dieron lo mejor de su producción; aún el Juglar que me metió el corazón en un puño con el romance de esa fea a la que no quería nadie siendo lo buena que era. Todo eso estuvo muy bien, el que no estuvo a la altura de las circunstancias fue el público extremeño que se encontraba en el Hotel Emperatriz de Mérida, donde se había instalado el “plató” central para emisión de datos entrevistas, etc. Nuestro público —me duele decirlo— se portó con un paletismo que creíamos ya desterrado. El que más y el que menos se arrimaba a los que en aquel momento estaban ante las cámaras, empujándose, levantando las manos para saludar, haciendo guiños o señales a las cámaras, enseñando otros algún libro u objeto para que los vieran —posiblemente— sus familiares, y sin dejar trabajar a los que allí estaban cumpliendo una función. El grupo trataba de “chupar cámara” y se solían poner más difíciles a los que estaban al cargo de ellas, que en la mayoría de los casos tenían que centrarse en primeros planos, porque en ocasiones aquello era una verdadera pugna por salir en la pantalla.
Me recordaba este asunto a las antiguas fotos de los comienzos de la fotografía, en que el fotografiado solía adoptar una “pose” forzada, principalmente poniéndose un puro en la boca, o arremolinándose detrás del fotografiado para que saliera su imagen en un deseo infantil de perpetuarse. Cierto que la poca costumbre de tener televisión propia puede haber provocado ese deseo que cesarán cuando estemos más acostumbrados a salir en la pequeña pantalla. Es más, hasta pienso que si nos hubieran dejado algo más lo de TV-Coria, estaríamos ahora más acostumbrados.
Diario HOY, 10 de mayo de 1983

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