martes, 12 de septiembre de 2017

Desatenciones con la zona monumental


Quizás por lo del movimiento pendular, aquí nos vamos de un extremo a otro. Viene ello a cuento de las críticas que recibió Alfonso Díaz de Bustamante, cuando era alcalde de Cáceres, por las indudables atenciones de todo tipo que volcó en la Ciudad Monumental cacereña a la que puso, como suele decirse, en disposición de revista. Es una gloria de su gestión que nadie le podrá discutir, aunque se le discutan otras muchas cosas, ya que la gente era dada a comparar la ciudad antigua con la nueva, y aunque esta última también se cuidaba, las atenciones con la zona monumental eran palmarias.
Recordamos que una de las críticas que se le hizo en este sentido es que la Ciudad Monumental estaba demasiado vigilada por la Policía Municipal, pues había guardias en la Plaza de San Jorge, en Santa María y en San Mateo. Es más, se llegó a decir que uno de estos guardias estaba continuamente vigilando la calle Ancha, donde él vivía.
Pues bien, de estas atenciones hemos pasado, por ese movimiento pendular del que hablamos, a la casi desatención total de esta parte importante de Cáceres, la más frecuentada por el turismo. Desde que se marchó Díaz de Bustamante hasta ahora, han proliferado los cables al aire, cuando costó una fortuna enterrar los tendidos telefónicos y eléctricos que existían, disimulándolos embutidos en la pared. Ahora proliferan de tal modo que los equipos de filmación de las películas que allí se suelen rodar —que son muchas—, se las ven y se las desean para encontrar partes libres de cables. Las luces, tanto de los focos de iluminación indirecta como de los farolillos que alumbran las calles van faltando y aunque se reparen, la falta de vigilancia hace que tarden más en reponerse que en desaparecer de nuevo.
Pero hay un tema más preocupante aún, y es la falta de vigilancia nocturna y la proliferación de gamberros de todo tipo, a los que parece atraen estas oscuridades. La gente se resiste a ir, nada más cae la tarde, a San Mateo o a la Preciosa Sangre y aún se resiste a hacer la visita turística, de no ir en grupo. Si antes había excesos de guardias en la Ciudad Monumental, ahora no se encuentra uno y aquello se ha convertido en la Ciudad Nocturna Prohibida para muchos cacereños.
Entre los dos extremos, nos quedamos con la teoría de Díaz de Bustamante.
Diario HOY, 8 de enero de 1983

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