sábado, 2 de septiembre de 2017

Desdramatizar las elecciones


Yo creo que es hora de hacer algo que no suelen hacer los partidos políticos, cual es desdramatizar las elecciones. Los partidos políticos, lógicamente, están interesados en decir que si no se les vota a ellos y sí a los oponentes pueden legarnos toda clase de males. Esto es, si ustedes quieren, estrategia electoralista, porque, si creemos en la democracia, el juego de los partidos es eso: un juego en el que se turnan en el Gobierno de la nación unos grupos en cuyo interés debe privar sobre todo la pervivencia de la nación y de la propia democracia.
Para entendernos, que salgan tirios o troyanos, los que salgan, tendrán ocasión de, en cuatro años como máximo, llevar la nación adelante con su propio programa y, desde luego, observados y rectificados por los que queden como oposición que también han de tener voz y voto en ese gobierno y han de ser en cierto modo la conciencia o la crítica de los que “manden” —así, con letra minúscula, porque en democracia en definitiva todos tienen parte en ese mando— hagan en el espacio de tiempo que la democracia les concede para poner en práctica su programa.
La radicalización de las bases de tirios o troyanos entraña el peligro de que éstas crean que no saliendo se va a armar la “marimorena”, cuando lo lógico es hacer comprender a todos que, precisamente por el juego democrático y por aquello de “hoy por ti; mañana por mi”, no debe armarse nada. Vamos, para entendernos, que una elección no es una guerra en la que hay que destrozar al contrario, sino el dar ocasión por deseo de la mayoría a que uno de los partidos reconocido por todos (que eso es democracia) ponga en práctica y en beneficio de todos —aún de los que perdieron la elección— su programa.
De ahí que se ruegue a todos que voten. Puede, y suele suceder, que algunos electores no se sientan totalmente identificados con lo que los partidos reconocidos ofrecen como programa, pero algún programa habrá que se aproxime más a su forma de pensar y por eso deben elegir, si no lo que ellos querrían, sí lo que más se le aproxime. ¡Total va ser para cuatro años! y en ellos se tiene que decantar la democracia posiblemente a lo que ellos tienen ahora en pensamiento y no se les ofrece. La elección no es un enfrentamiento guerrero; es simplemente un juego democrático en el que todos tenemos que aceptar de buen grado el resultado. Algo así como eso de “to er mundo e güeno”, incluidos todos los partidos políticos democráticos.
Diario HOY, 26 de octubre de 1982

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