martes, 5 de septiembre de 2017

Difícil, pero posible


Dios me libre de decir que estoy en contra del hermanamiento de nuestra ciudad con la ciudad gala de La Roche-sur-Yon. Lo que sí digo es que va a ser difícil por la serie de roces de tipo internacional, y aun secular, que nos han venido separando a los franceses y a los españoles, aunque precisamente por esa dificultad a mí, personalmente, me parece muy bien que estos franceses de La Roche y nuestras autoridades municipales, saltando todas estas diferencias, traten de revivir lo que nos une y olvidar lo que nos separa, aunque sólo sea como visión de futuro… Pero habrá dificultades, porque aún no es agua pasada lo de la quema en Francia de camiones españoles con productos hortofrutícolas y es ésta, práctica que suelen reverdecer cada año los agricultores franceses en un incivismo internacional, que no acabamos de comprender aquí. Por ello es lógico esa serie de pegatinas que las Cámaras Agrarias españolas han lanzado con la frase de “Productos franceses, no, gracias…”, con la que van a topar nuestros “hermanos” galos de La Roche, que están a punto de llegar a Cáceres y aun con la reticencia preventiva de nuestro pueblo por las negativas francesas a nuestra entrada en el Mercado Común y otra serie de “atenciones” con que nos distingue la nación, más hermanastra que hermana, de más allá del Pirineo. Va a ser difícil la aventura de este hermanamiento, pero por ello me parece de perlas que nuestras autoridades municipales, y las de La Roche, lo acometan, porque el entendimiento y las dificultades se allanan dando el primer paso a la comprensión y la amistad, y ese paso puede ser estos actos de hermanamiento que aquí van a llevarse a cabo.
No hace muchos días, nuestro pueblo y nuestras fuerzas del orden se volcaban en ayuda de un piloto francés, cuya avioneta hubo de recorrer, llevada a brazo, varias calles de la ciudad, ante el nerviosismo del piloto francés, y un miembro de la Benemérita le dijo: “Los españoles somos así, monsieur. Ustedes nos queman los camiones, y nosotros, en cambio, nos peleamos por ayudar a quien lo necesita.” Ello puede ser un botón de muestra de la actitud, siempre positiva, de nuestro pueblo.
Y ahora, una última advertencia. Los actos del hermanamiento terminarán el sábado en una comida de confraternidad en el Complejo Álvarez, en la que se discurseará y se brindará lo suyo, pero ¡ojo!, porque da la casualidad que los fines de semana hacen las pruebas de alcoholemia y sería doloroso que nuestras autoridades y los invitados acabaran multados.
Diario HOY, 20 de noviembre de 1982

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