Nuestro alcalde, Manuel Domínguez Lucero, sabe hacer muy bien las
cosas. Prueba de ello es que entendiendo
que debe predicarse con la práctica y no sólo con la teoría, les ha preparado
una verdadera agradable sorpresa a los participantes del IX Congreso de
Cronistas Oficiales de España, que viene celebrándose en Cáceres, para el día
de la clausura en Guadalupe y con la sana intención de que les quede un “buen sabor de boca” de estos días de convivencia
cacereña.
Ni más ni menos que nuestro alcalde les va a ofrecer a estos ilustres
visitantes la misma comida que el rey Felipe II le ofreciera a los embajadores
portugueses en Guadalupe, y en lo que se llamaba “mesa de obispo”, en la primavera de 1580. El rehacer este menú no
ha sido nada fácil, ya que ha habido que consultar al propio Archivo de
Simancas, buscar cocineros y condimentadores especializados y buscar los
propios condimentos que ahora no son fáciles de encontrar.
Para el asombro de ustedes, les diremos que esa comida de Felipe II
constaba de treinta y tantos platos y la mayoría de ellos van a ofrecerse
—condimentados como entonces— a estos comensales empleando la misma frase que
es tradicional decían los propios frailes de aquel entonces: “A capón por barba y el que caiga caiga”.
Por señalar sólo algunos de los platos les diremos que, aparte de quesos,
aceitunas y ensalada, se ofrecerán pasteles de pescado, pollas mechadas,
cabrito, ternera, carbonados de carnero mechados, pasteles ingleses, perniles
de tocino cocidos con vino, conejo o empanada de otras cosas, confites, manjar
blanco, suplicaciones, tabletas, frutas de pasta sin miel, orejones, naranjas
dulces, camuesas, uvas, pan en tortillas… y un largo etc. En cuando a la bebida
se tienen preparados vinos “clarete”
y “blanco”, aguas de canela, limón,
clavo, regaliz, anís y mixtas…
Y no me olviden ustedes el condimento que se hace con perejil, oruga,
muy buen aceite, vinagre fortísimo (“que
es la cosa que más bien comen los portugueses”, según dicen los
documentos), azúcar derretida y manteca de calidad, porque “estas embajadas tienen gran cuenta de ello”
—según consta en documentos.
Envidia les debe dar a los miembros de la Cofradía Extremeña de Gastronomía,
que ese mismo día, y también en Guadalupe, se reunirán a comerse unas pobres
setas… Pero así es la vida, unos pueden “reventar” por mucho y otros por poco.
Finalmente les diremos que, por nuestra cuenta, hemos encargado a la “Botica de Guadalupe” dos toneladas de
bicarbonato, que están también a disposición de estos ilustres visitantes.
Diario HOY, 26 de noviembre de 1982
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