Se cuenta aquí que un determinado personaje de la vida local, hace ya
tiempo, anduvo muy preocupado por una enfermedad que le había aparecido en la
piel y montó la lógica peregrinación de médico en médico, esperando que alguno
le curara. Unos le recetaron ungüentos, otros pomadas, otros polvos, no sé si
de la madre Celestina, que dicen que son muy buenos, y hasta alguno, dado a la
medicina tradicional, le recetó el hongo conocido por “peo de lobo”, sin que alguna de estas medicinas lograra curarle de
la persistente enfermedad que tan preocupado le tenía. Así las cosas, estando
un día en el Círculo “La Concordia”,
del que era socio, contaba a un amigo
médico, también socio del club, este peregrinaje El galeno tenía fama de tener buen ojo clínico y, tras ver y
palpar la zona afectada, le espetó, con la confianza lógica del buen amigo, lo
siguiente; “¿oye, has probado a
lavarte?”.
El cuento tradicional dice que de momento el enfermo se enfadó mucho,
pero que luego, a solas, probó el método recomendado por el galeno y le dio tal
resultado que no volvió a padecer dicha aparente enfermedad, sólo con el empleo
de jabón y agua.
Cuando yo era niño, en mi escuela, nos daban unos aleluyas sobre
higiene, que no sé si estaban tomadas de los consejos de Sorapán de Rieros,
pero que lo parecía, y que entre otras cosas decían: “Dos buenos amigos son, siempre, el agua y el jabón”. “Si queréis estar muy sanos, lavaros mucho
las manos”, como consejo este último que dicen aplicaba en vida el propio
Poncio Pilatos, que tuvo una salud de hierro.
Viene todo esto a cuento de la simplicidad alarmante que nos sirvió
noches atrás la Televisión Española, con profusión de primeros planos de la
Central Nuclear de Almaraz, en la que, más o menos, nos dijo que se habían detectado
contaminaciones nucleares en algunos obreros de esta central cacereña, lo que
había producido cierta alarma, pero agregaba en seguida: “No obstante se da el caso de que los obreros afectados no han sufrido
baja en su trabajo y les ha desaparecido la contaminación sólo con el empleo de
gua y jabón.”
El descubrimiento es genial y a mi modo de ver digno de patentarse,
porque de ser así todas esas alarmas de los entornos de estas centrales se
subsanan teniendo agua y jabón a mano. Yo, por si acaso, he puesto una pastilla
y una jofaina bien a mano de cada miembro de mi familia.
Diario HOY, 10 de diciembre de 1982
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