(Incluida en el libro
“Ventanas a la Ciudad”)
Entre los muchos misterios que figuran en la historia local de Cáceres
hay uno que trajo de cabeza a los cacereños del pasado siglo y que no se ha
resuelto aún. Se trata de saber cuál era la procedencia, nombre verdadero y
personalidad de un famoso médico que hubo por aquí que se hacía llamar don
Mauricio Ceresoles y que fue médico titular de Arroyo de la Luz, verdadero
fenómeno en la Medicina al que había que recurrir, en la capital y en toda la
provincia, cuando se trataba de dar la salud a un enfermo verdaderamente
difícil y desahuciado de los demás galenos. Se le conocía tanto por sus éxitos
médicos como por su carácter violento, sobre todo en la política, en la que
llegó a ser diputado provincial por el partido de Navalmoral de la Mata,
incordiando desde este punto al entonces gobernador civil, don Joaquín
Rodríguez Leal que, harto de sus ataques, le denunció al Juzgado de Cáceres en
1839, pero no por su gestión política, sino por ejercer de médico sin serlo.
Ello fue un verdadero escándalo, porque la verdad del caso es que fue
procesado y encarcelado, sin poder demostrar claramente si era o no médico;
pero se dice también que salió bien parado del proceso, porque fue el único
capaz de curar a una hija del regente de la Audiencia, don Joaquín de Palma y
Vinuesa, desahuciada por los médicos y vuelta a la salud por Ceresoles, al que
se permitía salir de la cárcel para tratar a esta enferma. Lo curioso de todo,
es que del proceso, que debe figurar en los archivos de la Audiencia no se saca nada en claro de quién o
qué era el tal Ceresoles. Unas veces se dice que resulta llamarse Juan
Caudillero, nacido en Italia; otras que se llama Candelero. Llega a afirmarse
que en la Guerra de la Independencia robó los papeles de un muerto que era el
verdadero doctor Ceresoles. En sus declaraciones, el mismo interesado dice que
se llama Quinquer de Ceresoles, agregando unas veces que estudió en Madrid,
otras que en Huesca, otras que en Génova, París, Turín o Pavía. En fin, que las
contradicciones son palmarias, que se echó tierra al asunto y que don Mauricio
Ceresoles, médico o no, al menos conocido por este nombre, se retiró a
Malpartida de Cáceres, donde murió en el año 1856, sin que sus paisanos
contemporáneos, y quizás él mismo, supieran exactamente quién era.
Lo que si afirman los documentos de entonces es que, llamándose así o
de otro modo, fue un verdadero fenómeno en la Medicina, aspecto que no le
discuten ninguno de los muchos documentos que entonces se emitieron.
Diario HOY, 25 de noviembre de 1982
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