martes, 26 de septiembre de 2017

Hágase el milagro…


Si Manuel Domínguez Lucero se presentara a las elecciones municipales yo no hablaría de esto porque podría parecer una campaña electoral encubierta. Pero como, por circunstancias ajenas a su voluntad, no se presenta, voy a hablar de ello porque nadie me puede tildar de electoralismo.
Creo que uno de los aciertos del alcalde ha sido el mover y lograr que se apruebe el proyecto técnico del aparcamiento subterráneo de la Plaza Mayor, máxime cuando él no va a estar —para apuntarse el tanto— cuando dicho aparcamiento se realice, si es que llega a realizarse. Aparte de esa buena intención encomiable de dejar cosas en marcha en beneficio de la ciudad, aunque otro se apunte el tanto, es digna de aplauso porque demuestra un cariño a la ciudad de la que va a dejar de ser alcalde dentro de muy poco.
Pero hay más en cuanto a mencionado aparcamiento. El deseo de hacer un aparcamiento subterráneo en la Plaza Mayor es una antigua aspiración cacereña que vendría a resolver muchos problemas que ahora padecemos. Recuerdo que siendo alcalde Alfonso Díaz de Bustamante para uno de los ayuntamientos que presidió trajo resuelto el hacer mencionado aparcamiento, ya que una empresa lo hacía por su cuenta —sin que Cáceres gastara un duro, como parece sucede ahora—, y sólo pedía a cambio la explotación del mismo por un determinado número de años para resarcirse del gasto. El proyecto se vio bien, pero a un concejal de entonces se le ocurrió que en vez de esos años de explotación deberían reducirse éstos a la mitad, con lo que la empresa, que tenía todo medido y pensado, desistió del proyecto. Se dijo entonces que el subsuelo de la plaza era de roca y esta empresa no hubiera seguido adelante, y se ha demostrado ahora que tal cosa no es cierta, por lo que hay otra empresa interesada en el proyecto.
Si a Cáceres no va a costarle un duro, ¿qué lo para? A nuestro juicio no lo para más que el “apunte de tanto” que la cosa puede llevar consigo. En el caso de Domínguez Lucero ya no cabe pensar en un interés de “rentabilidad política”, por lo que me parece más absurda la negación de algunos grupos a que la cosa siga adelante y se remate. Los argumentos en contra de hacer aparcamientos en otros sitios no tienen consistencia porque, si éste no nos cuesta un duro, puede llevarse adelante éste y los otros proyectos y que los inaugure quien sea, poniendo por delante aquello de “hágase el milagro y hágalo el diablo”.
La solución para esa zona de la ciudad es buena y es barata, aparte de que la plaza quedaría mejor. No volvamos a caer en la negativa que cayó otro concejal de Díaz de Bustamante.
Diario HOY, 22 de abril de 1983

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