Yo no sé cómo serían las llamadas “Cuentas del Gran Capitán”, que hubo
de rendir Gonzalo Fernández de Córdoba al rey Fernando el Católico que,
envidioso y receloso de su popularidad y gloria, tras de haberle dado victorias
incontables en los reinos de Italia quiso ponerle en el brete de apretarle las
clavijas, como suele decirse, por aquello de encontrar “la paja en el ojo del Gran Capitán sin reparar en la viga del propio”.
Estas cuentas son realmente leyenda, pero encajan muy bien en la cicatería del
Rey, que debió ser un “cuentagarbanzos”
de abrigo. No obstante, fueran ciertas o no, las mencionadas cuentas han
quedado como ejemplo de exageración desorbitada para cualquier otras cuentas
excesivas que suelen pasarnos. Del propio recibo de la luz, que no hay quien lo
entienda, pero al que hay que decir “amén”
si uno quiere seguir disfrutando del fluido, suele decirse: “Es que las cuentas de este recibo son las
del Gran Capitán”, como se dice del del teléfono o de cualquier otro que
sin muchas explicaciones o con ellas se sube a las nubes, sin razón lógica de
hacerlo.
Actualmente cualquier recibo de reparación de un servicio a domicilio
se suele convertir en “las cuentas del
Gran Capitán”, sin que a uno le expliquen el porqué sucede esto y sin que
tenga lógica el que así sea.
Para darnos cuenta de este “desmadre”
en los cobros de servicios a domicilios, vanos a tomar de ejemplo una
reparación hecha hace escasamente unos días a un ama de casa en uno de sus
electrodomésticos y ustedes mismos pueden juzgar lo que decimos. A esta señora,
que por lógica —y por aquello de evitar el que en otra ocasión puedan no
atenderla— quiere ocultar su nombre, le acaban de reparar un interruptor en uno de sus electrodomésticos.
La factura lo especifica todo: se le ha cambiado el interruptor por otro, cuyo
coste total es de 154 pesetas, el tiempo que ha invertido el mecánico en
hacerlo es de 10 minutos (también lo dice el recibo), y se le pasa una factura total
de 1.560 pesetas, lo que supone que por poner un “chirimbolo” que vale 154 pesetas, se le carga más del 1.000 por
cien, simplemente por ponérselo.
Veamos ahora las especificaciones de esta factura: por el importe de
la pieza, 154 pesetas; a lo que se agregan 550 pesetas más por “disposición de servicio” (cosa que confesamos
no sabemos qué es); a ello se suman 795 pesetas por importe de la mano de obra
y finalmente el ITE que son 61 pesetas lo que nos da las 1.560 pesetas. ¿Son o
no éstas las cuentas del Gran Capitán?
Diario HOY, 21 de noviembre de 1982
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