miércoles, 6 de septiembre de 2017

Los antiguos oficios gremiales


Hoy vamos a hablar de los nombres gremiales o de oficios que reciben algunas de nuestras viejas calles, no sólo en Cáceres, sino en cualquier ciudad que tenga siglos de existencia a sus espaldas, como tiene la nuestra. Alguna vez hemos tratado este tema, que puede entrañar curiosidad para algunos: las viejas calles en las que se asentaba en su mayoría un determinado gremio de trabajadores, solía recibir el nombre del oficio, ejemplo de ello son en Cáceres: Pintores, Caleros, Panadería, Tenerías, Tiendas y otras muchas más que recibieron su nombre por el oficio de sus vecinos. Algunas, sobre todo en la Ciudad Monumental, lo siguen conservando, lo que no deja de ser un acierto, pero otras, fuera del recinto de ella, lo han perdido, como es el caso de la calle Carniceros, que pocos saben ya cuál es, pero a la que la gente vieja de Cáceres la sigue nombrando así, aunque su nombre se haya cambiado por el de Sergio Sánchez. Por tanto, esta calle es en la que actualmente está, entre otros, el Club Deportivo Cacereño. En ella, de antiguo vivieron los chacineros y carniceros de la villa, que —por cierto— en aquel entonces, aunque fuera un oficio lucrativo, era en cierto modo infamante. Los tiempos han variado y de esto nadie se acuerda, pero es curioso recordar que entre los oficios antiguos a los que se les tenía cierto “repelús” figuraban el de verdugo y el de carnicero, posiblemente porque ambas se dedicaban a la muerte, bien de personas o de animales. En aquel entonces el tratarse o relacionarse con una u otra profesión de este tipo era un verdadero “pecado social”, aunque fueran oficios necesarios.
Relacionado con esto se cuenta que cuando Hernando Pizarro volvió rico de Perú y fundó en Trujillo su palacio, conocido por Palacio de la Conquista, quiso ponerle su tejado con tejas de plata (otros dicen que quiso pavimentar con plata desde su palacio hasta la iglesia), para  lo que hubo de pedir permiso al Rey, y viendo éste que ello era una ostentación que merecía castigo, como penitencia de humildad, mandó que en los bajos de ese palacio figuraran las carnicerías trujillanas, aparte de no concederle el permiso para ello. No sé si es cierta o no la leyenda, pero las carnicerías figuraron en este palacio hasta hace relativamente poco, lo que quiere decir que este oficio era en cierto modo infamante y el mandato hubo que cumplirlo como cura de humildad.
Diario HOY, 1 de diciembre de 1982

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.