Hoy vamos a hablar de los nombres gremiales o de oficios que reciben
algunas de nuestras viejas calles, no sólo en Cáceres, sino en cualquier ciudad
que tenga siglos de existencia a sus espaldas, como tiene la nuestra. Alguna
vez hemos tratado este tema, que puede entrañar curiosidad para algunos: las
viejas calles en las que se asentaba en su mayoría un determinado gremio de
trabajadores, solía recibir el nombre del oficio, ejemplo de ello son en Cáceres:
Pintores, Caleros, Panadería, Tenerías, Tiendas y otras muchas más que
recibieron su nombre por el oficio de sus vecinos. Algunas, sobre todo en la
Ciudad Monumental, lo siguen conservando, lo que no deja de ser un acierto,
pero otras, fuera del recinto de ella, lo han perdido, como es el caso de la
calle Carniceros, que pocos saben ya cuál es, pero a la que la gente vieja de Cáceres
la sigue nombrando así, aunque su nombre se haya cambiado por el de Sergio Sánchez.
Por tanto, esta calle es en la que actualmente está, entre otros, el Club
Deportivo Cacereño. En ella, de antiguo vivieron los chacineros y carniceros de
la villa, que —por cierto— en aquel entonces, aunque fuera un oficio lucrativo,
era en cierto modo infamante. Los tiempos han variado y de esto nadie se
acuerda, pero es curioso recordar que entre los oficios antiguos a los que se
les tenía cierto “repelús” figuraban
el de verdugo y el de carnicero, posiblemente porque ambas se dedicaban a la
muerte, bien de personas o de animales. En aquel entonces el tratarse o
relacionarse con una u otra profesión de este tipo era un verdadero “pecado social”, aunque fueran oficios
necesarios.
Relacionado con esto se cuenta que cuando Hernando Pizarro volvió rico
de Perú y fundó en Trujillo su palacio, conocido por Palacio de la Conquista,
quiso ponerle su tejado con tejas de plata (otros dicen que quiso pavimentar
con plata desde su palacio hasta la iglesia), para lo que hubo de pedir permiso al Rey, y viendo
éste que ello era una ostentación que merecía castigo, como penitencia de
humildad, mandó que en los bajos de ese palacio figuraran las carnicerías
trujillanas, aparte de no concederle el permiso para ello. No sé si es cierta o
no la leyenda, pero las carnicerías figuraron en este palacio hasta hace
relativamente poco, lo que quiere decir que este oficio era en cierto modo infamante
y el mandato hubo que cumplirlo como cura de humildad.
Diario HOY, 1 de diciembre de 1982
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