domingo, 10 de septiembre de 2017

Los “descargadores” del nerviosismo público


A mi modo de ver los japoneses no han inventado nada, sino que lo más que han hecho es “traducir” a su modo de ser lo que ya estaba inventado en otros sitios. Digo esto consciente de que también es exageración ese anuncio que sale en Televisión de una cafetera, ante la que dos japoneses sacan sus cámaras y dicen: “copial, copial”… No es exactamente esto, ya que ambos extremos son exagerados pero sí hay algo de cierto en ello sobre todo en el desahogo psicológico del obrero.
Como ustedes habrán oído, en las empresas japonesas hay un cuarto con una imagen del jefe de la empresa. Es un muñeco de goma o materia similar al que el obrero puede dar cuantos bofetones, puñetazos, patadas y golpes desee para desahogar su furia contra el que manda, y una vez que ha realizado esta operación sale de allí tranquilo y con deseos de seguir trabajando. Posiblemente el jefe dirá la frase clásica de “ahí me las den todas” y, de momento, queda tan fresco porque la golpiza la ha recibido el muñeco y a él le siguen respetando.
Pues bien, esa forma de desahogo está más que inventada en el mundo occidental, aunque no tengamos muñecos con los que desahogarnos. Si no, díganme ustedes qué son en nuestro mundo los árbitros, sino pararrayos de la furia pública que aguantan incólumes lo que les echen para que el público, y sobre todo los “hinchas”, no padezcan infartos, y se vayan a sus casas tan anchos y panchos, sin tener que pagarla con su esposa o con su suegra.
Cierto que a veces, estos mártires del desahogo público, sufren más de lo que debieran, como ha sido el caso de Jerte, pero en la mayoría de los casos no suele llegar la sangre al río, y el árbitro en el fútbol, como el picador en los toros, se sabe un poco “pararrayos” de la indignación y el nerviosismo del público y sale ya preparado para ello, y sabiendo que cumple la función social de descargar la furia de la masa que se vuelve a su hogar limpia de estos nerviosismos.
Pero hay algo más directo en cuanto a los efes, y son los carteles en los urinarios y servicios de las oficinas. El que no lo crea que se pase por el de Servicios Múltiples, donde verán carteles en lo que más o menos se dice: “Fulano es un tal y un cual”… y cosas más gordas que sirven para que el funcionariado desahogue, sin tener que recurrir al muñeco japonés.
Diario HOY, 29 de diciembre de 1982

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