domingo, 3 de septiembre de 2017

Murió el último zahorí cacereño


(Incluida en el libro “Ventanas a la Ciudad”)
Yo no sé si ustedes lo conocían, pero por ser una figura popular en Cáceres y por haber tenido acogida sus declaraciones, más de una vez, en nuestras páginas, precisamente en una especialidad o afición en la que él era quizás el único representante en nuestra ciudad, como es la radiestesia, tenemos que recoger la triste nueva y dedicar un recuerdo al último zahorí que ha habido en Cáceres y que acaba de fallecer.
Nos referimos a don Francisco Martín Merchán, gestor y agente jubilado, que era más conocido de los cacereños como un gran entendido en radiestesia, alumbrador de pozos y caudales de agua y buscador incansable, con el péndulo o la baqueta, de todo  lo que permanecía oculto.
Don Paco, que así es como familiarmente le conocía la mayoría de los cacereños, apareció muerto en su domicilio, donde vivía solo, suponiéndose que la muerte le llegó repentinamente.
Su popularidad partía de que él fue quizás el primero y único representante de los radiestesistas cacereños. Por si ustedes no saben que es esto les diremos que es la búsqueda de cosas ocultas mediante una “gracia” especial que se manifiesta en el péndulo, o la baqueta, que el propio radiestesista lleva en sus manos cuando efectúa una investigación.
Don Paco llevaba muchísimos años manteniendo en solitario esta afición, ciencia o arte —porque esto último todavía no está decidido— y, sin cobrar un duro, se prestaba voluntariamente a buscar caudales de agua ocultos o alumbrar pozos a cualquiera que se lo solicitaba. Muchos de los que hay en fincas próximas a él se deben, y antes de estar en boga otros métodos más científicos como los que ahora se emplean, a él se recurría con un éxito casi asegurado. Pero su afición o conocimientos como zahorí llegaban a más, ya que por propia cuenta recordamos que investigó,  antes de explorarse y sobre la superficie, las dimensiones y formas de la cueva de Maltravieso y llegó a señalar —y esto fue objeto de uno de nuestro reportajes— el posible paradero del Lute, cuando estaba huido y oculto. En lo popular, las gentes sencillas decían de él que tenía un pelo de brujo. Cáceres, con su muerte, ha perdido a un hombre popular y bueno. Con él desaparece el último zahorí cacereño y es justo que le rindamos este recuerdo. Descanse en paz.
Diario HOY, 6 de noviembre de 1982

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