miércoles, 27 de septiembre de 2017

Nominaciones de la guerra civil


Hay designaciones populares en Cáceres que corresponden a los años de nuestra guerra civil —o incivil como la ha llamado alguien— que alguna gente mayor sigue utilizando para determinados sitios, y que suelen sonar a chino a las nuevas generaciones que, en muchas ocasiones no se las explica. Entre ellas podríamos señalar un sitio edificado ya, pero al que muchos cacereños siguen llamando: “La cerca de los cañones”.
Esta cerca era un amplio cercado que abarcaba toda la manzana de casas de los números pares de Avenida de España, que entonces estaba sin edificar y cuya esquina llegaba a lo que hoy ocupa “La Voz de Extremadura”, inmueble que fue el primero que se hizo en ella, siendo promotor del edificio el profesor don Higinio Bullón —padre del actual director de Agricultura de Cáceres—.
Bien, todo aquello era en aquel entonces campo, ya que se trataba de un cercado propiedad de la familia Sánchez que creo tenían vacas en él. Durante la guerra, y tras el único y sangriento bombardeo que sufrió nuestra ciudad en ella, en el que murieron una treintena de personas, se montaron en dicho lugar unas baterías de cañones antiaéreos, con sus correspondientes “blocaos” y refugios. Como daba la casualidad que aquello era lo más próximo a la ciudad, muchos de los niños de aquel entonces iban a jugar alrededor de dichos cañones y por “cerca de los cañones” acabó conociéndolo todo el mundo.
No fueron estas las únicas baterías que se montaron en Cáceres, ya que en la cerca del Amparo, camino de la Montaña, se montaron también cañones antiaéreos, como se montaron, desde el principio de la guerra, en el antiguo campo de aviación, pero el nombre quedó en ese cercado y no en los demás, por esos caprichos populares de designación.
Otro lugar con nombre de reminiscencias guerreras, aunque ahora nadie lo identifica como tal, es el del comercio “del Requeté”, al que se llamó así porque en el edificio que ahora ocupa tal comercio existió durante la guerra un cuartel de tropas requetés, de cuyo recuerdo solo queda ahora el nombre, que le dio entonces el pueblo y que ahora sigue dándole, aunque tal comercio ni se llamó ni se llama así oficialmente, pero el pueblo tiene estos caprichos, porque hasta se da el caso de que tras de ser cuartel el edificio, el primer negocio que se montó en el mismo fue una cafetería propiedad de Lorenzo Cordero, que creo se llamó “Colón”. Cordero hizo el traspaso del inmueble a don Getulio Hernández, que fue el que puso el comercio al que aludimos, teniendo que decir, como aclaración, que ni Lorenzo ni don Getulio, tuvieron en ningún momento ideología carlista, aunque en el inmueble quedara el nombre.
Diario HOY, 28 de abril de 1983

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