viernes, 22 de septiembre de 2017

Nuestra antigüedad en olvidos ferroviarios

Según cuenta nuestro colega “Ya” en su “Retablo sin maravillas”, uno de los grandes proyectos de comunicación interior es el ferrocarril Santander-Mediterráneo, cuyas obras se iniciaron hace ya tiempo y hace alrededor de unos diez años se paralizaron sin concluir los trabajos precisos para desembocar en Cantabria.
Cuenta el artículo algo de cómo se eternizan entre nosotros los expedientes administrativos sin concluir y algo de los capitales que se pierden irresponsablemente por las dilaciones en resolver trámites que debieran culminarse a ritmo acelerado. Pero sobre todo, en el informe se pone énfasis en que parece ser que ahora se intenta rematar este último tramo pero sacándolo de su destino inicial, que era Santander, para llevárselo al País Vasco. Esto último es lo que acaban de denunciar, desde Burgos y Santander, varios grupos económicos y sociales, hasta el punto de anunciar manifestaciones de apoyo para que no se logre, ya que las razones no están claras y podrían responder a ocultos compromisos políticos de los que Santander no quiere saber nada.
Dejando esto aparte, diremos que de olvidos injustos en cuanto a promesas de ferrocarriles inacabados, como la Sinfonía de Schubert, sabemos aquí un montón. Tampoco aquí nos explicamos cómo se dilapida el dinero de los españoles en obras que luego no terminan. Si el ferrocarril de Cantabria lleva 10 años esperando el remate de obras, uno que tenemos en nuestro territorio regional —llamémosle País Extremeño— y que es el de Villanueva a Talavera de la Reina, pasando por Logrosán y Guadalupe (lo que demuestra el interés de pueblos de la Baja y Alta Extremadura), lleva esperando ese remate, del que faltan sólo unos 20 kilómetros de vías —y hasta con estaciones hechas—, nada menos que 55 años, sin que haya forma de que las obras continúen. No se trata aquí de que nos lo quieran desviar hacia el País Vasco, sino simplemente que se dejó sin dar explicaciones. Es más, hasta nos atrevemos a proponer que nos lo terminen y luego si quieren —ya que los vascos tienen más capacidad de gestión— que lo prolonguen hasta su país… a ver si así nos lo acaban.
En definitiva, creemos que este sería un tema interesante para la flamante Junta Autonómica de Extremadura que caso de que lograra el que esta obra se terminara, habría demostrado su capacidad y utilidad ante todos los extremeños.
Diario HOY, 27 de marzo de 1983

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