(Incluida en el libro
“Ventanas a la Ciudad”)

Todas estas cesiones se llevaban anotadas en el llamado Libro de
Becerro, del que el historiador Publio Hurtado cuenta que, cuando alguna vez lo
consultó, le iban faltando hojas, para más tarde desaparecer el propio libro.
Los robos de documentos en nuestro Archivo Municipal han estado
siempre tan a la orden del día que, ya el 6 de diciembre de 1723, el Nuncio de
Su Santidad en Madrid, por una paulina, dispuso que cuantas personas hubiesen
sustraído documentos en el Archivo Municipal de Cáceres, los restituyesen a
éste, bajo pena de excomunión.
¿Tenían que ver los documentos robados con las fincas sustraídas?
Posiblemente, aunque no siempre ya que hasta época actual, algunos señalados
investigadores han seguido llevándose documentos a sus casas con el fin de
estudiarlos y no los han devuelto nunca, ni ellos, ni sus herederos en muchos
casos. De este asunto podríamos decir más, ya que en la época en que fue
alcalde Alfonso Díaz de Bustamante llevó personalmente gestiones con familiares
de investigadores que estaban en ese caso sin lograr que muchos de los
documentos fueran devueltos, aunque se sabía en qué manos estaban.
Caso insólito fue que el del propio Libro de Becerro que, tras muchos
años desaparecido, se devolvió al propio alcalde, Alfonso Díaz de Bustamante,
ya citado, pero se le devolvió bajo secreto de confesión, por lo que nos
quedamos todos con las ganas de saber quién tuvo tantos años secuestrado el
indicado libro.
Dicho libro está hoy en nuestros archivos, pero está tan saqueado en
las hojas más importantes que prácticamente se ha convertido sólo en una
reliquia histórica que no aporta gran cosa al destino que tuvieron muchos de
los bienes de propios que en él se anotaron.
Diario HOY, 4 de diciembre de 1982
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