Yo no sé si el público en general ama lo morboso o es a nuestro
público de aquí al que así le sucede. Digo esto por la popularidad que está
alcanzando, al menos en nuestra ciudad, la nueva serie televisiva que se da los
martes y que bajo el título de “Dinastía”
ha venido a sustituir al malísimo J.R. y a quedar pequeña la popular serie “Dallas”. La gente comenta y no acaba los
sucedidos que cada martes nos trae el guión, en el sentido de que son
personajes tan faltos de ética y moral que están quedando como a un ángel al
mayor de los hijos del propietario de “Southfork” que, al lado de ellos, es una
verdadera hermana de la caridad
“¡Qué malos son estos ricos
norteamericanos del petróleo!”, nos comentaba un sencillo cacereños de los
que se traga esta serie de cabo a rabo. En general esa es la consecuencia que
suele sacar la gente sencilla.
Pienso yo que en el fondo de cada gente sencilla hay un morbo que se complace
en saber que los ricos son malos a rabiar, por aquello de que si les va bien en
la vida deben tener también su calvario y se conforman —nos conformamos— con
nuestra pobreza sabiendo que a los ricos les va tan mal con su riqueza.
Esta es una constante de todos los tiempos y de ahí el éxito popular
de los “folletones” que publicaban
los antiguos periódicos, como por ejemplo aquellos titulados “Elisa, la mártir”, en la que una pobre
chica pasaba los kiries por lo mal que la trataba la sociedad en que vivía. En
ese mismo contexto podríamos incluir las series radiadas “Simplemente María”, “María de
los Dolores”, o el “Ángel de Sevilla”
y, dentro del teatro, todo aquel que nos trajo en tiempos con las lógicas
exageraciones del mismo tipo, Doroteo Martí, que siendo un pésimo actor se
hartó de ganar dinero en los escenarios por la serie de atrocidades e
injusticias que sufrían los personajes que representaba. Lo que pasaba es que
entonces era un duque o un aristócrata el que engañaba a la pobre chica de
servicio, haciéndola un hijo y abandonándola en el arroyo. Ahora los malos son
los ricos del petróleo y todos acabamos teniéndoles un odio tremendo y
alegrándonos de que en el fondo la hija les salga ligera de cascos, la mujer se
la pegue y el niño le salga “gay”,
como sucede ahora en “Dinastía”.
Yo no sé si estas series las hacen los propios ricos para que nos
conformemos con nuestra pobreza y no tratemos de quitarles el negocio, pues me
da a mi en la nariz que debe suceder algo de esto.
Diario HOY, 28 de noviembre de 1982
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.