No es que uno le vaya a echar la culpa de todo a la televisión, pero
hay que reconocer que dentro del hogar es un punto negativo para la creatividad
y la convivencia, por ser enteramente absorbente. Con la radio puesta, usted
tiene solo destinado a ella el sentido del oído y el resto puede dedicarlos a
hacer cualquier otras cosas, por ejemplo, un trabajo manual, coser, dibujar, etc.,
pero con la televisión, al destinar a ella el sentido del oído de la vista, prácticamente quedan hipotecados
el resto de los sentidos, por lo que no puede hacerse más que atender la
televisión. De ahí el poco rendimiento de muchos estudiantes a los que sus padres
—muchas veces por no ser ellos los sacrificados— no le administran o limitan
este medio de difusión. Todo esto, a la
larga, va en contra de la propia formación y de la creatividad, como en general
van contra ello todos los perfectos “fabricados”
que nos proporciona la sociedad de consumo.
Si la cosa trasladamos a los juguetes infantiles, veremos que tiene
mucha más imaginación el niño, que ha tenido que crearse sus propios juguetes,
que al que le dan hechos y perfectos, como sucede ahora.
No hay que remontarse muchos años para recordar que las niñas se hacían
sus propias muñecas de trapo, imperfectas y pintadas por ellas mismas, a las
que trazaban sus vestidos, por patrones creados por ellas. Ahora a las niñas se
les compran unos muñecos —que son como pequeños monstruos— que hasta se hacen “el pis” y “el pon”, aparte de llevar ya listos, y para ponerles un ajuar completo
de ropitas, cunas y enseres… ¿Qué se ha dejado a la imaginación de esa niña? Al
igual que decimos de las niñas, podemos decir de los niños, a los que la
absorbencia de los medios de distracción del ocio (como la televisión) y lo
perfecto de los juguetes, acaban “comiéndoles
el coco” y haciéndoles unos verdaderos inútiles para la creatividad. Yo
confío en que la naturaleza es muy sabia y esté atentado a la imaginación podrá
superarlo, pero de todos modos, de momento, se ha acabado con la convivencia
familiar y con otras muchas cosas, que entretenían el ocio de las familias,
como podría ser la creación de los “belenes”
o nacimientos, por estas épocas, en los que solía trabajar toda la familia:
fabricándose “las casitas”, los puentes,
saliendo a la búsqueda de musgos y poniendo tiempo e imaginación en algo que
parecía “baladí” pero que no lo era
tanto. Ahora la televisión y la sociedad de consumo nos lo dan todo hecho y,
yo, ¿qué quieren que les diga?, no estoy del todo conforme con ello aunque sea
el primero que se embebe en los programas televisivos.
Diario HOY, 17 de noviembre de 1982
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