jueves, 19 de octubre de 2017

A veces no valen criterios económicos


Estas catástrofes aéreas, como las dos casi seguidas, que acaban de ocurrir en el aeropuerto de Barajas, nos afectan a todos, porque más o menos, todos somos viajeros en potencia de las líneas aéreas y aunque estemos en una provincia tan alejada de esos tráficos, quiérase o no, en muchas ocasiones —y cada día más— hemos tenido que ser viajeros de estos métodos de transportes que por tan seguros se tenían, al menos hasta ahora. Dicho esto, no es de extrañar que sean los propios cacereños —como creemos serán el resto de los españoles— los que se pregunten por qué suceden estas cosas y por qué Barajas, que hasta hace poco se consideraba un aeropuerto de gran seguridad y pocos accidentes, comienza a ser ahora un punto negro dentro del tráfico aéreo. El tema está en la calle y es tema de conversación de todos, porque todos podríamos haber sido los afectados en nuestras personas o en las de nuestros familiares y es lógico que queramos saber el por qué suceden estas cosas y esperemos, aun en este rincón de España, lo que los técnicos puedan decir al respecto. No se trata de buscar un culpable, sino de buscar la seguridad que el ciudadano tiene derecho a exigir y la información sobre la misma, a la que tiene el mismo derecho.
Precisamente, sin que una cosa tenga que ver con la otra —o a lo mejor sí— nuestro periódico publicó un reportaje sobre el aeropuerto de Cáceres, el VOR, por el que nos enteramos que este importante instrumento de ayuda ala navegación aérea, que sirve la línea Madrid-Lisboa y que hasta hace poco tuvo siete personas encargadas de su funcionamiento, por unos criterios económicos, había reducido su personal a un solo encargado, que está en él muy poco tiempo, aunque el instrumento tiene que funcionar las 24 horas del día, manejado automáticamente desde Madrid. O sea que se le maneja desde más de 300 kilómetros de distancia, esperando que no surja un avería y no sé si encendiendo una vela a Santa Rita, cada vez que el encargado acaba su jornada y lo tiene que dejar funcionando solo.
Puede que una cosa y otra no tengan relación, pero con la seguridad no pueden seguirse criterios económicos.
Diario HOY, 9 de diciembre de 1983

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