domingo, 8 de octubre de 2017

Demos gracias a la televisión


Cuando lo de la dictadura de Franco, que a juicio de otros fue más bien “dictablanda”, una de las cosas más criticadas a la televisión de entonces era que cuando llegaba una fecha que podría ser conflictiva, se le daba al gran público algún interesante partido de fútbol televisado, y aun retransmitido por las radios nacionales, con lo que las fechas que solían ser el uno de mayo o alguna otra que pudiera implicar convocatoria de protestas, pasaban desapercibidas, porque los posibles “protestantes” se concentraban ante los aparatos para ver u oír el acontecimiento y se olvidaban de las posibles protestas que siempre habían convocado, de forma subversiva, los de la oposición encubierta.
Esto al menos es lo que decía entonces esa oposición, que agregaba que esto era una manipulación del dictador porque el deporte en la televisión era algo así como “el opio del pueblo”, que nos dejaba drogados y con la imposibilidad de acudir a protesta alguna.
Vistas así las cosas, uno ingenuamente pensaba que al llegar la democracia estas prácticas terminarían, porque los que la traían eran los que más criticaron esto y hasta parecía que nos querían decir: “Veréis cuando lleguemos nosotros cómo no hacemos estas manipulaciones y no comeremos el coco a nadie, para que el pueblo esté despierto y sepa lo que le conviene”.  Pero resulta que viene pasando todo lo contrario y que lo que, según ellos, era un “nirvana” para el pueblo, nos lo dan ahora a “cucharetones” y en dosis tan enormes que están logrando los efectos contrarios, o sea, hartamos hasta tal punto que uno termina apagando la radio o la televisión y dedicándose a otra cosa, porque la saturación acaba no aceptándola nadie. Si acaso, cuatro “forofos” de alguno de los muchos deportes que nos ofrecen y que a mi juicio podrían contarse con los dedos de la mano.
Para poner un ejemplo, podríamos tomar la programación de las dos cadenas del pasado domingo. En la primera el asunto comenzó a las 12,30 con “Tiempo y marca”, que ofrecía en un larguísimo y aburrido espacio, imágenes de los Campeonatos del Mundo de Atletismo que se celebran en Helsinki, y también pruebas del Campeonato de Natación que se celebraron en Sevilla. Tras un pequeño espacio de noticias, por la tarde, nueva conexión con Helsinki, para seguir con “el rollo”. Por la noche, y quizás con más atractivos, la final del Trofeo Ciudad de La Línea, entre el Atlético y el Cádiz. Por si ello fuera poco, uno no podía refugiarse en la segunda cadena, porque también ésta estaba a saturación con otras pruebas deportivas, como fueron las de Fórmula Uno del Gran Premio de Austria —que díganme ustedes qué me importan, al menos a mi—y que casi nos ocuparon todo el espacio dedicado habitualmente a otros programas más variados.
Con todo, hay quien dice que esta saturación deportiva no es debida a lo que comentamos al principio, sino más bien a una falta de ingenio en los actuales programaciones, a los que les resulta más cómodo hacer conexiones que inventarse programas atractivos.
Aunque así fuera, a mi modo de ver, todo esto ha tenido una parte positiva y es que en mi casa al menos —y supongo que en otras también— cerramos la televisión y nos dedicamos a la lectura, que sigue siendo práctica, mucho más formativa, con lo que hay que decir que “no hay mal que por bien no venga”, aunque no fuera ésta la intención de los programadores televisivos.
Diario HOY, 16 de agosto de 1983

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