viernes, 13 de octubre de 2017

La Patrona, con horario comercial


Era una familia cacereña que llevaba años ausente de Cáceres y que, aprovechando que pasaban camino de Toledo, hicieron lo que cualquier cacereño ausente, devoto de la Virgen de la Montaña, hace nada más llega a la ciudad hacer un hueco en el viaje para al menos subir al santuario de la Patrona, verla y rezarle a sus plantas una oración contándole sus cuitas
Habrá que decir para el que no lo sepa que la devoción de la Virgen de la Montaña es algo arraigado en la entraña de los cacereños de tal modo, que para muchos es el único rezo que les une con la religión. Me confesaba un viejo cacereño que él era anticlerical, que no creía en los curas, pero que la estampa con la imagen de la Virgen de la Montaña no falta nunca de su cartera y que nada más podía, subía al santuario para estar un rato con la Madre espiritual de Cáceres y rezarle a su manera.
Aclarando esto, vuelvo con la familia viajera que, según ellos mismos contaban, llegaron al santuario sobre el mediodía, sobre las dos y media de la tarde, y con prisas para continuar el viaje, pero se encontraron con la desagradable sorpresa de que el santuario estaba cerrado.
Gestionaron con el ermitaño el si podían ver a la Virgen, explicándole el motivo y la prisa de su viaje, pero éste les dijo que la comunidad de monjas que lo sirven —o él mismo, ya que esto no lo aclaró del todo— tenían que comer y lo cerraban hasta las tres de la tarde, agregando como única solución el que esperaran hasta esa hora, ya que el lado del mismo había una cafetería y que, total, falta poco tiempo para las tres.
En definitiva, la familia no pudo esperar y se marchó con el deseo incumplido de ver a la Virgen a la que rezaron desde fuera, pero sin contemplar su imagen.
Ellos mostraban su extrañeza de que las devociones tengan que adaptarse a un horario comercial, de cierre y apertura, como si de un comercio se tratara. Es más, hasta insinuaron que si al ermitaño le dicen que quieren comprar unas medallas, posiblemente les hubiera abierto, pero les sentó tan mal el cierre que no quisieron hacerlo. “El que se cierre por la noche —decían— nos lo explicamos, pero no al mediodía, cuando las veces que la Virgen baja a Cáceres no se cierra nunca.” Pongan ustedes el comentario.
Diario HOY, 29 de octubre de 1983

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