domingo, 22 de octubre de 2017

Las buenas palabras


Nuestro alcalde actual es un hombre ponderado y de buenas palabras e igual que él, por ese mimetismo lógico que adoptan las corporaciones con quien las preside, lo es también nuestro Ayuntamiento actual que suscita los problemas, les da muchas vueltas y finalmente acaba no metiéndoles el diente y dejándolo todo para más adelante.
Como índice de esto, vamos a analizar algunos de los problemas suscitados.
El problema de los lecheros, ¿se ha resuelto? No, pero se ha logrado “cabrear” al gremio y aun a algunos consumidores que se solidarizan con ellos, a los que se les había dicho que se buscarían soluciones que no acaban de encontrarse.
Otro problema a resolver, de los suscitados por el señor Vázquez, fue el de sacar los establos de las vacas de la ciudad, asunto encomiable que comenzó con el anterior Ayuntamiento pero que por lo que sea —porque un polígono ganadero no se improvisa, porque no hay dinero, etc.— sigue sin resolverse hace dos años o más.
Los proyectos presentados por el señor Machuca, otro concejal con experiencia, siguen también todos en el aire: la patrulla de protección ciudadana, la nueva circulación, la falta de aparcamientos, la policía de barrios, etc., etc.
Veamos ahora el del mercado franco, que se traslada de lugar sin que se diga de una forma clara para qué. También es una moción de Vázquez Navedo, concejal drástico en sus decisiones, en la que ha tenido que mediar el alcalde para darle cierta flexibilidad y un montón de buenas palaras a los que les inquietaba el tema. Se toma la decisión de traslado a la avenida de Portugal que no complace a aquellos vecinos; tampoco complace a los industriales de Camino Llano; tampoco a los consumidores y amas de casa, que ven una maniobra para suprimirlo; tampoco al comercio establecido, porque no se suprime; tampoco a los vendedores del mercadillo… ¿Entonces, qué es lo que se gana en el traslado, de no ser “cabrear” a todos sin beneficio para nadie?, a no ser que sea lo de suprimir la placa de “fundador” que tiene el gobernador anterior que allí lo puso.
Vamos ahora con la “amenaza” a los bingos, salas de fiesta y otros lugares públicos a los que se dice que como ninguno cumple el reglamento, o se adaptan o se cierra. Cabría preguntarse porqué hubo negligencia anterior en concederlos o dejarlos abrir sin ellos. Habrá conversaciones, idas y venidas, más declaraciones, etc., etc., y posiblemente, ninguna solución más que la del “cabreo” general de este gremio.
Otro problema que preocupó mucho fue el de la sequía, pero ese lo solucionó Dios enviando la lluvia.
Entonces cabe preguntarse ¿Qué es lo que soluciona el Ayuntamiento, aparte de dar buenas palabras? ¿Es que no hay otros problemas que tengan inmediata solución?  Porque, oiga, para reunirse a subir impuestos y darle hilo a la cometa, no se necesitan tantas idas y venidas.
Diario HOY, 10 de enero de 1984

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