viernes, 20 de octubre de 2017

Las felicitaciones


En cuanto al asunto de las felicitaciones yo veo ahora la Navidad mucho más lógica que lo fue hace unos años. Recuerdo que, por la década de los sesenta, tanto a nivel particular como a nivel de entidades y corporaciones las felicitaciones de Navidad y año nuevo eran un verdadero agobio, pero era una práctica social que había que hacer necesariamente. Se daba el caso de que en las entidades y empresas se destinaba a un funcionario a contestar la felicitaciones y a enviar otras a una larga lista de clientes y “amigos” de dicha empresa; lo mismo pasaba en los organismos oficiales y lo mismo solía pasar a nivel particular. Sucedía que aquello se convirtió en rutina, porque la felicitación enviada por el presidente de un organismo, ni la conocía el propio presidente ni sabía a quién se le había cursado.
También era rutina en los niveles personales o particulares, porque se llegaba a utilizar una tarjeta impresa en la que solía decirse: “Fulano de tal, felicita a usted las pascuas y el año” y lo único que suponía un esfuerzo era el rellenado de los sobre con las señas del destinatario, lo demás era impersonal y rutinario, pero la avalancha de felicitaciones que se recibían y se enviaban era de tal magnitud que los propios servicios de Correos de entonces acababan pidiendo que las felicitaciones de este tipo comenzaran a mandarse en mayo, o poco menos, porque si no no garantizaban el que llegaran a tiempo. Todo esto era demencial, porque de hecho se cargaba el espíritu íntimo de una felicitación y de unas fechas en las que, por encima de todo, debería ponerse el afecto del amor al prójimo en un contacto más personal que el de un impreso.
Afortunadamente esta moda ha pasado, o está pasando, y ha entrado en unos cauces más lógicos y sinceros de lo que fuera en el pasado. Por ejemplo ahora, una forma de solventar esta obligación —que no debe nunca ser obligada— es el teléfono que imprime un contacto más personal a la felicitación, aunque también es cierto que en las propias fecha de Navidad y año las líneas se saturan, por lo que tiene el peligro también de convertirse en rutina.
En definitiva, vistas así las cosas yo pienso saltarme las rutinas a la torera y decirles simplemente, desde estas líneas: Dénse todos por felicitados.
Diario HOY, 17 de diciembre de 1983

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