martes, 31 de octubre de 2017

Los "empujadores" de todos los tiempos


Esto de andar a codazos entre los políticos, nada más que hay un personaje importante ante el que “fardar”, es una constante de todos los tiempos. La venida del vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra, a Cáceres ayer, me recordaba otros tiempos con otras políticas y otros personajes, en los que sucedía lo mismo, aunque las políticas fueran distintas.
Uno ha vivido aquellos tiempos y estos, y la constante es igual, aunque varíen los personajes de la escena.
Me recordaba la venida de Guerra, aquellas otras de los ministros secretarios generales del Movimiento, como el mismo Solís —que vino varias veces—, en las que los políticos de turno de entonces luchaban por estar a su lado, fotografiarse con él, sonreírle, hacerse notar haciéndole “gracias”, pronunciar la frase ingeniosa, etc., etc. porque variaron las políticas, pero no variamos los hombres, y tras todo ello hay un deseo infantil de “estar con el que manda”, presumir de su amistad y , posiblemente —no lo sé—, buscar alguna prebenda que, a mi modo de ver, raras veces se consigue de esta forma.
Pero ello sucede también a otros niveles, por ejemplo cuando los gobernadores —sean también del color que sean— visitan las localidades menores donde también los políticos locales tienen su lucha de codos para estar con el mando, fotografiarse con él, etc., etc.
Lo que dudo más es si las prebendas y “las confianzas” llegan por este sistema, porque pienso que “el mando de turno” lo que hace es padecerles, sin fijarse en nadie por la abundancia de “empujadores” que se juntan.
Las que sucedían aquí con las visitas de Franco eran más ordenadas, aunque registraban el mismo fenómeno. Es más, puede que alguna fuera fructífera para algún político de entonces, pero esto lo digo sólo por rumores y sin saberlo ciertamente. En una de ellas se decía que por la buena impresión que le causó al Caudillo, un discurso del alcalde de aquel entonces, le dio a continuación un gobierno civil, pero estas son rarezas que no suelen suceder ni es posible demostrarlas, tras de haber pasado tanto tiempo, son aguas pasadas con las que no muele molino, pero hay una constante de comportamiento en todos los políticos que no acabará de pasar, por muchas vueltas que den el mundo y la propia política.

Diario HOY, 17 de marzo de 1984

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