viernes, 6 de octubre de 2017

Los escudos


Con motivo de la “V Exposición del Libro Extremeño”, que se viene celebrando en Cáceres, los aficionados a los libros de nuestra región están de enhorabuena, pero se dan casos curiosos de búsqueda de determinados temas que indican por dónde va la afición a la lectura de los cacereños y extremeños.
Una cosa curiosa, según nos manifestaba el organizador de la exposición, es que se ha puesto de moda la búsqueda de libros sobre heráldica extremeña y cacereña. Libros que traten y analicen los escudos que figuran en nuestras viejas casonas y el significado de los mismos. Desgraciadamente sobre lo que pudiéramos llamar heráldica local hay publicado muy poco, un libro de Lodo Mayoralgo sobre “Linajes cacereños” y poco más, con lo que la búsqueda suele ser infructuosa aunque la afición de una mayoría se dirija a esos temas que, estando dispersos en otros libros, nadie —o muy pocos— autores se han encargado de recopilar y explicar.
Hablado de ello diremos que sobre esto de la heráldica hay mucha confusión y como da la casualidad que alguien ha afirmado que en la ciudad monumental cacereña se podría estudiar heráldica, vamos a dar cuatro pinceladas sobre el tema.
En primer lugar diremos que los escudos que adornan nuestros palacios no están puestos ahí como adornos, sino que son un verdadero documento en piedra por el que se puede saber el origen de la familia que habitó el palacio, sus títulos de nobleza, las batallas en que intervinieron, su condición social, etc. Lo único que pasa es que para esa interpretación existe un determinado código que hay que saber, puesto que si no pensaremos que son un simple adorno.
En primer lugar aclararemos que el escudo, en su época, era algo así como el documento nacional de identidad del caballero, al que no se podía adicionar ni quitar “cuarteles” más que los que le correspondían, porque en aquel entonces todo esto se llevaba a “punta de lanza”. La misma forma del escudo ya indica el estado social del que lo lleva: los escudos de forma redonda son de eclesiásticos, o relacionados con la iglesia, por ejemplo el jarro de azucenas dentro de un círculo es el escudo de la  Virgen; los del obispo Galarza, de Cáceres, todos son redondeados. Los escudos romboidales eran los de las damas, como el mismo de Valencia que es así, porque esa ciudad fue propiedad de la esposa del Cid Campeador; los de mesnaderos, soldados o infantes son cuadrados o rectangulares, y los de caballeros de la forma corriente en que estamos más acostumbrados a verlos. Todas las piezas, y el propio yelmo que lo corona, si miran a la izquierda indican bastardía y si miran de frente máxima hidalguía. Luego está la interpretación de los “cuarteles” interiores, que indican la procedencia de cada familia, sin que ello sean adornos puestos a tontas y locas.
En fin, no se trata de darles un curso de heráldica, sino decir simplemente que los escudos son documentos en piedra interpretables y no un simple adorno como muchos pueden pensar. Todo ello aparte de que hoy por hoy, el escudo se use como simple adorno y no se le de mayor importancia.
Diario HOY, 5 de agosto de 1983

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.