domingo, 1 de octubre de 2017

“Los Gorgoritos” como antídoto


Todo es relativo en esta vida y resulta que con la promoción “formativa y cultural” (así entrecomillada) que algunas salas de cine nos vienen dando, la gente ha dado en decir que “El Teatro Chino” —que tenía antes fama de procaz— se ha convertido en algo soso, en una especie de “espectáculo blanco”, apto para ursulinas de las de antes.
Vea si no algunos de los títulos que nuestros cines ofrecen en el deseo de esa culturización del pueblo que debe saber de todo: “Las viciosas y la menor”, “Con las bragas por el suelo”, “Orgasmo caliente”, “Violencia en las calles”, “Las calientes noches de Calígula” y un sinfín de títulos más —que se dan a diario en nuestra cartelera— que estamos seguros que van dirigidos a reprimidos y gentes inmaduras, ya que cuando tanto insisten en ellos por algo será.
No es que uno se desgarre las vestiduras porque esto suceda, lo que sí hay que decir es que esta “cultura” se ha puesto a niveles económicamente débiles, y ya no hace falta viajar a Francia, como en la oprobiosa dictadura, en la que sólo unos privilegiados tenían acceso a esos caros viajes para ver en alguna ciudad francesa fronteriza cosas que aquí, en una capitalita de provincias como la nuestra, puede ver cualquier que tenga unos duros en el bolsillo. Ustedes recordarán aquellas excursiones a ver “El último tanto en París”, pues ya no hace falta tanto gasto, puesto que cosas “mucho más gordas” se ven en las pantallas propias.
Pero esto ha traído como consecuencia el que los espectáculos que antes considerábamos como “fuertes”, caso del Teatro Chino, se nos hayan quedado atrás y desfasados… Aunque a decir verdad, yo pienso que las gentes normales comienzan a estar un poco hartas de tanta “verdura” sin pies ni cabeza.
Les confieso a ustedes que yo prefiero las “Marionetas de Maese Villarejo”, y creo que mucha gente mayor también a juzgar por el éxito que entre los grandes —no sólo los niños— tienen estas sesiones feriales en las que “Gorgorito”, la bella “Rosalinda” y la malísima bruja “Ciriaca” derrochan imaginación e ingenuidad, que en cierto modo viene a lavar la mancha que en la conciencia nos queda tras esas sesiones de “cine porno” que en la mayoría de los casos no tienen ni pies ni cabeza.
Diario HOY, 1 de junio de 1983

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