lunes, 23 de octubre de 2017

Matizaciones a un ahijamiento


No quisiera ofender a nadie con lo que voy a decir, y menos aún a “Enrique el Cojo”, al que se acaba de nombrar “hijo predilecto de Cáceres”, aunque aquí pocos le conocen y aunque su vida cacereña fuera sólo de cinco años, desde su nacimiento hasta alcanzar esa edad preescolar, con la que se marchó de aquí, para formarse en otros sitios y en otras disciplinas ajenas a lo cacereño, como el baile y el cante “jondo”, propio de Andalucía, en el que triunfó plenamente —según dicen los entendidos, porque tampoco es popular aquí ese folklore— convirtiéndose en un personaje mundial de la especialidad.
¿Cuáles son los méritos para el ahijamiento predilecto?. Según nos informan los concejales promotores de la causa: “el que nunca negó que era de Cáceres, aunque estaba en la cumbre de su arte”.
Confieso que, cuando yo oí esta afirmación como mérito, se me vino a las mientes la pregunta: “¿Pero tan malo es confesar que se es de Cáceres, cuando se triunfa?”, y me sentí como debían sentirse los judíos ante los nazis. Bien es verdad, que el concejal proponente es un cacereño bisoño y adoptivo, como Marcelino Cardalliaguet, al que debe costarle confesar que es cacereño, porque no lo es, aunque sea concejal, y porque no ha nacido aquí, y esto de que un “personajón” del cante grande —del que debe entender— confesara que era de Cáceres sin reparos, debió salirle de ojo.
Lo demás se explica: era socialista y el partido debería apoyarlo y siempre se unen los corifeos de buena fe, que lo aplauden todo.
No estoy en contra de lo de “Enrique el Cojo”, aunque lo parezca y, hasta puedo afirmar que me alegro de ello, pero veo un peligro en el nombramiento, cual es que iguales méritos, o mayores, van a tener otros muchos cacereños, aún con más tiempo vivido en Cáceres que él, para solicitar el nombramiento, como por ejemplo, por citar uno, Antonio el Vivas, que hasta se ha puesto Sánchez Cáceres en el apellido, por llevar el de su ciudad y anda por esas plazas de América… y otros muchos, que ahora no se me ocurren.
Pero, aparte de ese peligro del precedente, veo yo un olvido de lo que pudiéramos llamar el orden jerárquico de servicios y vinculación continuada a la ciudad y creo que, antes que a Enrique, y sin negarle el título, Cáceres tiene una deuda con el Maestro Solano, Juan Solano, alumno de la mejor folklorista cacereña, Angelita Capdevielle, formado aquí y que ha paseado y sigue paseando, no sólo el folklore andaluz y la canción popular, sino temas cacereños extremeños, por toda España… Pero esto, Marcelino lo desconoce y el resto no están muy aclarados en el tema.
Y una matización última: por aquello del dicho: “de lo que lleva el viento, da sin tiento”, no estoy en contra del nombramiento de Enrique, al que felicito por el mismo.
Diario HOY, 19 de enero de 1984

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